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Entrevista:ROCÍO JURADO | CANTANTE

'Tengo el poderío en mi sinceridad'

Pregunta. Su nuevo disco se llama La más grande. No se corta usted nada.

Respuesta. El título lo pone la casa de discos, y yo no tengo más remedio que decir: OK.

P. Mucha Filarmónica de Bratislava, pero son canciones de siempre. ¿No se le habrá acabado la inspiración?

R. ¿A mí? [risas] Pregúntaselo a los autores. Éstas son canciones de mucho éxito a lo largo de mi carrera, que se merecen salir con un nuevo tratamiento.

P. ¿Canta en la ducha?

R. A veces. Por ejemplo, flamenco. Me siento muy profunda yo en la ducha.

P. ¿Qué se necesita para llegar a reinona?

R. Que te vean como tal. No hace falta que te lo sientas.

P. Excepto por los divorcios, tiene una familia modelo España eterna: guardia civil, torero, tonadillera... Les falta sólo el cura.

R. Lo tenemos. Y dos monjas. Gracias a Dios, hay de todo.

P. ¿Cómo se lleva el ser la jefa del clan de los Rociítos?

R. Yo no soy la jefa de nada. Soy la madre, dispuesta siempre a echar una mano, la cabeza visible. Pero aquí todo el mundo trabaja y se busca el papeo, ¿eh?

P. ¿Se merece su fama de buena gente?

R. Yo procuro serlo. No sé si lo conseguiré siempre.

P. ¿Ha tenido que decirle a alguien: 'Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo'?

R. La verdad es que, aunque me hubiera ocurrido, no se lo hubiera dicho así [risas].

P. ¿Dónde tiene el poderío?

R. Yo creo que en mi sinceridad.

P. ¿Y Ortega Cano?

R. En su personalidad y su fuerza ante el peligro.

P. Se conocieron en la consulta del doctor Mariscal. ¿Jugaron allí mismo a los médicos?

R. No, porque me tuve que ir a trabajar a Sevilla. No jugamos a los médicos hasta que vino mi cumpleaños.

P. Y empezaron los primeros auxilios.

R. [ríe] No, chiquilla. Que todo tenía mucha salud entonces.

P. La llamaron 'sobredosis de mujer'. ¿Mata por exceso?

R. Depende de cómo me tomen. Si me toman poco a poco, no.

P. ¿Canta con la entraña?

R. Eso sí. A mí me decía Rafael de León que yo cantaba desde el dedo gordo del pie hasta la última punta del pelo.

P. ¿España va bien, o iba mejor hace unos años?

R. Yo no me meto mucho en cosas de ésas. Hay, por ejemplo, más respeto a la mujer y a su trabajo, que a mí me interesa muchísimo, y muchas cosas que me gustaría que fueran mejoradas, como el paro.

P. ¿Es partidaria de que el subcomandante Marcos se quite la capucha?

R. Pues a lo mejor tiene sus razones para mantenerla. Me interesa mucho más que su capucha su forma de conseguir las cosas que está pidiendo.

P. Le encantó conocer a Reagan y a Bush padre. ¿Qué le cantaría en la oreja al actual presidente norteamericano?

R. Ja, ja, ja. Podría cantarle el Himno de Andalucía, que es muy bonito [ataca]: '... Tierras y libertad... Sea por Andalucía libre, España y la humanidad'.

P. ¿Continúa escribiendo poesía?

R. El otro día me salieron unas letras por fandangos, en relación a José, que eran una maravilla.

P. 'Algo de torera he tenido'. Puestos a hacerse la competencia, ¿Ortega qué tal canta?

R. Pues regular. Pero es un hombre que tiene un amor tan grande al arte, a la música, que a veces hasta se arranca. A él lo que le gusta de verdad es torear. Incluso cuando está adormilado en la salita, después de comer, le veo que hace así .

P. Pase torero en mitad de la siesta.

R. Sí, sí, sí. Y arrastra toda la alfombra. Es una cosa maravillosa, que me produce mucha ternura, porque él es un torero muy grande hasta durmiendo.

P. ¿Sigue leyendo teología?

R. Sí, aunque desde que conozco a José estoy leyendo menos.

P. No me diga que por su José se ha olvidado del Altísimo.

R. No, hombre. Y sigo hablando de teología con sacerdotes amigos, con mis curitas de Utrera y con el que era mi director espiritual.

P. ¿ Tiene director espiritual?

R. Ahora no. Ahora me dirijo yo, y fatal [risas].

Racío Jurado, en su casa de Madrid, junto al traje de entrenamiento de su marido, José Ortega Cano.
Racío Jurado, en su casa de Madrid, junto al traje de entrenamiento de su marido, José Ortega Cano.BERNARDO PÉREZ

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