Al final salió un toro encastado
Se iba la tarde y el público aún alumbraba la esperanza de ver salir por chiqueros un cuadri parecido a los que el año pasado se ganaron ser la corrida triunfadora del ciclo magdalenero, y al final ¡salió un toro encastado! El problema es que los anteriores no lo fueron. El segundo se rajó, el tercero era tan noblote como flojito, el cuarto manseaba y el quinto tuvo muy malas ideas. La corrida tenía otro aliciente y era el debú de El Califa en el coso castellonense, pero tampoco se resolvió con bien.
Tocó en suerte el sexto a Juan Bautista, torero nacido en Francia, pero que ha vivido de cerca este mundo y no se amilanó. El toro no peleó excesivamente en varas, pero en el segundo tercio se vino arriba y acudió a los cites con prontitud y fijeza. Juan Bautista lanceó al encastado animal con garbo y lució en el quite. Inició faena con la pañosa con unos excelentes doblones y se llevó el bicorne a los medios. Metía la cabeza mejor por el pitón derecho, pero con la zurda también logró sacar una tandita de naturales ceñidos y de buen trazo, y aún consiguió unos trincherazos con cierta gracia. No quiso extenderse el chaval y hecho lo hecho prefirió no apurar, aunque toro había para haberlo intentado. Así que mató y consiguió el único trofeo de una tarde que prometía y se quedó en nada.
Aficionado hubo que salió diciendo que para un toro que saltó al ruero no había torero enfrente, pero es seguro que lo decía por puro prejuicio nacionalista, que está muy de moda.
Luis Francisco Esplá estuvo fenomenal en el segundo tercio y par hubo en que tuvo los pitones en el mismísimo pecho, fue con su primero. Luego, la faena de muleta no tuvo refrendo con lo hecho con los palitroques. En el cuarto estuvo y aguantó las cositas raras de un animal que manseaba entre las protestas del público, ante las que no hizo más que encogerse de hombros. Sin pena ni gloria pasó el trago el de Alicante.
Se esperaba con expectación el debú de El Califa, pero no hubo color. Con su primero a destacar un par de naturales enroscados, pero finalmente se rajó el animal y negó toda colaboración. El que hizo quinto tenía guasa. Lo puso en suerte con un galleo por chicuelinas que tuvo su aquél. Luego, en el tercio de banderillas el animal esperó siempre a los rehileteros, a los que puso en apuros anunciando su ralea. Con la franela en la derecha, Pacheco empezó a aguantar desde el primer muletazo a un animal que cortaba la embestida, cuando no le buscaba las zapatillas. El de Canals suele plantarse sobre el albero y bajar la mano, pero éste no era toro para este tipo de faena. Así que esquivó las malas ideas y el par de velas y se quedó lo justo y necesario para no irse con los pies por delante. Ante semejante amiguete tomó la tizona y puso fin a la guasa.
Precisión de Grau
En el callejón, pendiente del torero, estuvo su apoderado Enrique Grau, quien al finalizar la corrida manifestó a este periódico que las razones expuestas por José Luis Lozano en sus declaraciones a EL PAÍS de ayer no son exactas. Según Grau, a la hora de hablar de honorarios con el empresario de la plaza de Madrid, pidió para su torero la mitad de lo que cobran las figuras, y no el doble de lo que había cobrado su torero en la Feria de Otoño del pasado año, como afirma Lozano. El apoderado de El Califa afirmó que su propuesta económica fue rechazada tajantemente.
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