Todo por la estabilidad política
Los dirigentes de Convergència i Unió (CiU) iniciaron ayer una ofensiva para intentar justificar el galimatías de votaciones respecto al Plan Hidrológico Nacional del Gobierno del Partido Popular (PP). Mientras en el Parlament, los nacionalistas catalanes habían votado en contra del proyecto, el jueves en el Congreso se alinearon con sus socios conservadores para tumbar las enmiendas a la totalidad presentadas por la oposición.
Xavier Trias, portavoz del grupo de CiU en Madrid, confía en alcanzar un pacto con el Ministerio de Medio Ambiente que satisfaga las expectativas de los nacionalistas. Es decir, que el PP se comprometa no sólo a incorporar las enmiendas de CiU al PHN -principalmente un trasvase de agua del Ródano- sino también a desembolsar cerca de 400.000 millones de pesetas en inversiones en las comarcas del Ebro, no contempladas en el actual proyecto gubernamental. Negociaciones que, para Trias, se cerrarán favorablemente a los intereses nacionalistas.
A pesar de tan buenas intenciones, ningún dirigente de CiU, ni el propio presidente Jordi Pujol, ha podido presentar ante la opinión pública un acuerdo concreto que les sirva, al menos, para calmar los ánimos en las comarcas del Ebro -secular feudo convergente-, ni siquiera el de sus propios militantes y simpatizantes.
De momento, CiU tan sólo dispone de un compromiso verbal del ministro Jaume Matas para negociar las alegaciones de la Generalitat. Pero desde el propio Gobierno se reconoce que el preacuerdo anunciado por Matas, en la tribuna del Congreso, no se ha traducido en nada.
No obstante, fuentes nacionalistas aseguran que el voto de CiU a favor del PHN no cae en saco roto. CiU goza de una estabilidad parlamentaria en Cataluña que le proporcionan los 12 diputados del Partido Popular, a pesar de algún que otro percance. Y además los nacionalistas confían en que sus gestos a favor del Gobierno central tendrán su contrapartida en la negociación del nuevo sistema de financiación autonómica.
Los nacionalistas catalanes se sienten la mortadela del bocadillo: están atrapados entre la mayoría absoluta del PP en Madrid y su dependencia de los populares en el Parlament.
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