Los secretos de los ecosistemas marinos profundos
Los avances tecnológicos permiten identificar a 500 especies alrededor de las fuentes termales
Las dorsales océanicas, los costurones que recorren el fondo de los océanos, donde la corteza terrestre se forma continuamente al separarse las placas tectónicas, son los lugares donde, gracias al calor que se disipa desde el interior de la tierra, prolifera la vida. Allí, a profundidades que superan los 3.000 metros, se encuentran las fuentes termales profundas -relacionadas con los volcanes submarinos- que se forman cuando el agua del mar, que se filtra por el fondo, tras ser calentada por la roca fundida en el interior de la corteza, surge de nuevo con violencia del suelo marino, dando lugar a espectaculares fumarolas negras o blancas que emergen de chimeneas formadas a lo largo de miles de años por los depósitos minerales. En la dorsal atlántica, por ejemplo, el ritmo de extensión de la nueva corteza es de sólo dos centímetros por año, por lo que los ecosistemas son bastante estables.
Son muy pocos los científicos que pueden observar directamente estos nuevos ecosistemas, a bordo de sumergibles como el infatigable Alvin, del Instituto Oceanográfico de Woods Hole (EE UU), el mismo que sirvió para descubrir el Titanic, o los sumergibles rusos, japoneses y franceses. Son muchos más, sin embargo, los que estudian estos ecosistemas a partir de las muestras, datos e imágenes tomados in situ por sumergibles tripulados, sonar y vehículos robotizados. Algunos tienen el objetivo de encontrar aplicación a los microorganismos que son capaces de vivir en estos ambientes en los que se creía que no habría vida y que ahora son considerados por muchos como los lugares donde pudo surgir la vida en la Tierra en primer lugar.
Para hacer más accesible estos fascinantes lugares, desde el próximo 27 de marzo se va a transmitir por Internet la expedición que, patrocinada por varias instituciones estadounidenses, explorará, desde el barco Knorr, la dorsal del océano Índico central. Cindy Lee Van Dover (College of William and Mary, Virginia, EE UU) es su directora científica, y una veterana del Alvin que ya se ha llevado más de un susto en los descensos en este sumergible en expediciones anteriores. 'Las fuentes termales profundas son puntos calientes de la biodiversidad, en invertebrados y microbios', comentó recientemente en una reunión científica en San Francisco. 'Son espectaculares los gusanos poliquetos, animales delicados e interesantísimos, pero más de 10 años después de su descubrimiento conocemos también las gambas con ojos en el dorso, que se supone que son receptores fototermales y al menos 24 familias de invertebrados que sólo existen en estos ambientes quimiosintéticos profundos'.
No todas estas especies viven en todas las distintas regiones en que se pueden considerar divididas las dorsales oceánicas, pero la verdad es que todavía están tantos sistemas sin explorar que no se pueden sacar muchas conclusiones. Van Dover cree que en los próximos diez años las exploraciones se centrarán en la identificación y descripción, en los aspectos geológico, químico e hidrográfico, de estas provincias biogeográficas basadas en la quimiosíntesis. Su esperanza es que surjan nuevos datos sobre los procesos evolutivos en estos habitats fragmentados y que se encuentren nuevas y extraordinarias criaturas, quizás descendientes de los extintos trilobites.
Uno de los gusanos poliquetos (fijos) mejor estudiados de los encontrados en las áreas cercanas a las fuentes calientes es el Pompeii (Alvinella pompeiana), que vive en complejas comunidades simbióticas con una gran diversidad de bacterias que recubren su interior con tapices de hasta un centímetro de espesor. Stephen Craig Cary (Universidad de Delaware, EE UU), explicó en la misma reunión cientifica que esta especie puede vivir en un gradiente de temperatura espectacular (de un extremo a otro de sus 30 centímetros la diferencia puede alcanzar los 40 grados), a temperaturas sólo superadas por las archaea. Craig Cary, cuyo equipo ha puesto a punto técnicas para estudiar permanentemente la geoquímica de las fuentes termales, busca sistemáticamente en las bacterias, de la clase epsilon, proteínas (fundamentalmente enzimas) que pueden ser de utilidad en procesos industriales, ya que soportan temperaturas y presiones extremas sin descomponerse.. 'En este aspecto de la biotecnología, el interés académico y el industrial coinciden', señaló.
Las fuentes termales profundas son todavía ecosistemas exóticos para la mayor parte de los científicos, pero cada vez se conocen más y mejor. También se han encontrado indicios de ellas -desde hace unos cinco años- en el Mediterráneo, mar que en su extremo oriental alcanza los 5.000 metros y en el occidental 3.700, como explica el especialista Joan Cartes en la revista Quercus (febrero 2001), al comentar las características de los todavía poco estudiados ecosistemas profundos de este mar.
La expedición al océano Índico se podrá seguir desde el 27 de marzo al 5 de mayo en www.DiveDiscover.WHOI.edu.
Volcanes en el océano Ártico
El fondo del mar sigue dando sorpresas. Por casualidad, los científicos que lo estudian en el océano Ártico para hacer un mapa en tres dimensiones han descubierto dos grandes volcanes activos allí donde supuestamente no debería haber actividad volcánica. El hielo que cubre casi permanentemente el océano Ártico le convierte en el menos conocido de la Tierra. Desde 1998, el submarino nuclear Hawkbill de EE UU ha sido utilizado por científicos de ese país para estudiar el fondo con sísmica de reflexión (disparos que producen ondas de sonido que rebotan en el fondo) y se ha centrado sobre todo en la dorsal de Gakkel, entre el Polo Norte y las islas más septentrionales europeas. Esta dorsal es la que se abre más lentamente de la Tierra por lo que se suponía que en ella no hay erupciones. Sin embargo, la red sísmica mundial alertó a finales de 1999 a los que estudiaban los datos obtenidos por el submarino de una reciente erupción en la zona, lo que permitió identificar los dos volcanes, situados a más de tres kilómetros de profundidad (Nature, 15 de febrero). Al interés por el misterio de los volcanes árticos se añade el hecho de que allí la corteza terrestre es muy fina y se podrían obtener las primeras muestras de rocas del manto terrestre en el material eyectado. Como un aspecto más de lo que ha supuesto el final de la guerra fría, científicos estadounidenses y rusos se disponen ahora a bajar en el sumergible ruso Mir a los volcanes para tomar muestras y observar su fauna. Lo harán en el marco de una expedición turística este verano que hará accesible por primera vez el fondo del Ártico.
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