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Un hombre, hallado sin vida en el rellano de su escalera

F. Javier Barroso

Cuando Antonio Páez García salió a las nueve y media de la mañana de ayer del ascensor, en la cuarta planta del número 76 de la calle de Francisco Silvela (Chamartín), se encontró con el cuerpo de Francisco Javier Sánchez Corrales, de 30 años, tendido en el rellano de la escalera. La víctima, que medía 1,80 metros y era de origen extremeño, estaba boca abajo, con la cabeza junto a la entrada del elevador. La puerta de entrada a su piso estaba abierta y la televisión funcionando.

'He visto sólo el cuerpo tendido en el suelo, y que le salía sangre de la boca. Había un pequeño charco de sangre. Había caído de frente, y tenía la cabeza torcida mirando hacia las escaleras', explicó Antonio Páez García. Éste avisó entonces a la policía y al portero de la finca. Al lugar también acudió una UVI móvil del 061 del Insalud, cuyos facultativos intentaron reanimar a la víctima durante bastante tiempo.

'Cuando abrí la puerta para ver lo que ocurría me encontré con el chaval boca arriba. Los médicos le habían puesto las ventosas para hacerle un electrocardiograma. Un policía me dijo que me metiera en casa', explicó la vecina de enfrente del fallecido. 'Luego me preguntaron si había oído algo raro. He estado en casa y no ha habido nada que me llamara la atención', comentó la mujer.

El médico del 061 sólo pudo certificar la muerte de Francisco Javier Sánchez Corrales, que llevaba puestos un pantalón y una cazadora vaquera y zapatos de calle, según dijo su vecina. 'Cuando llegué, la puerta de entrada de su piso estaba abierta, y de fondo se oía la televisión. No había nadie más en el rellano', añadió Antonio Páez. Una vecina sacó a pasear a su perro a las siete y media y no notó nada extraño, por lo que la muerte de Francisco Javier Sánchez Corrales tuvo que ocurrir entre las siete y media y las nueve y media de la mañana, según fuentes policiales.

Anoche aún se desconocían las causas que motivaron la muerte de este vecino de Chamartín. Todo eran especulaciones sobre si había sido asesinado o, por el contrario, había fallecido tras sufrir un accidente o un problema de salud.

La víctima vivía junto con otros dos inquilinos (una chica y un joven) en un piso de alquiler, en el piso ocho de la cuarta planta. Estaban buscando un cuarto arrendatario para compartir los gastos de la casa. Cuando se produjo la muerte de Sánchez Corrales, ninguno de sus compañeros de vivienda se encontraba en el domicilio, según explicaron fuentes policiales. 'Yo le conocía de haberle visto alguna vez en el ascensor. Hoy [por ayer] me he enterado de que vivía en la puerta 8. Tenía muy poco trato con el vecindario', agregó Antonio Páez García.

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Según fuentes de la Jefatura Superior de Policía, los agentes encargados de la investigación no han apreciado 'nada sospechoso' en la muerte de Sánchez Corrales. 'Ni siquiera se ha avisado al Grupo de Homicidios', aseguraron.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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