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La decisión de investigar la muerte de los asaltantes de la embajada de Japón crea controversia en Perú

La exhumación de los catorce cadáveres de los miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), muertos durante el rescate de 72 rehenes en la residencia del embajador de Japón en Lima en abril de 1997, ha generado controversia. Para algunos, es una herida que no se debió abrir nuevamente, pues no sólo cuestiona el operativo de rescate, sino que convierte en héroes a los emerretistas que tuvieron en cautiverio a 72 rehenes durante 126 días. El Gobierno, por su parte, se vio obligado a emitir un comunicado para aclarar que la decisión de investigar y denunciar posibles ejecuciones extrajudiciales es exclusiva del Ministerio Público y el Poder Judicial.

De los catorce cadáveres exhumados, sólo se ha podido identificar plenamente a Néstor Cerpa Cartolini, Rolly Rojas y Eduardo Cruz, alias Tito . No hay nada concluyente, sólo indicios que permitirían sostener que por lo menos Tito fue muerto una vez rendido.

Todos los cuerpos han sido trasladados a la morgue central de Lima para que el Equipo Peruano de Antropología Forense se encargue de la doble tarea de identificar a cada uno de los cadáveres y determinar las circunstancias de su muerte. Se estima que para el 24 de este mes se tendrá un primer informe.

No obstante, para las autoridades judiciales el tema parece estar tomando forma. El caso se abrió con las declaraciones del ex rehén Hidetaka Oruga, encargado de asuntos políticos de la embajada de Japón en Perú cuando sucedieron los hechos. Oruga sostiene que vio por lo menos a tres emerretistas rendidos y que fueron testigos diez rehenes japoneses y siete rehenes peruanos.

A esta declaración se ha sumado la del general Máximo Rivera, ex jefe de la policía antiterrorista. Rivera, otro de los rehenes, ha sostenido que vio a algunos subversivos vivos una vez finalizado el operativo de rescate. De acuerdo a su versión, varios rehenes supieron que el emerretista Eduardo Cruz, Tito logró sobrevivir al operativo de rescate y pretendió escapar de la residencia haciéndose pasar como rehén, pero que fue descubierto y luego encontrado muerto. Asimismo, instó a los ex prisioneros a que colaboren con la búsqueda de la verdad por ser la única manera de aspirar a la reconciliación nacional.

Por otro lado, el almirante Luis Giampietri, otro de los rehenes, ha salido al frente para cuestionar la veracidad de los testimonios de Oruga y Rivera y ha exigido pruebas de las ejecuciones extrajudiciales. Para Giampietri, el ex policía está "expiando sus culpas acusando a otras personas de lo que fue un acto de ineficiencia profesional" para prevenir el asalto a la residencia.

Esta investigación, dice, provoca sentimientos encontrados, por lo que reclama formas menos llamativas para investigar lo sucedido.

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