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Tensión y diplomacia

Mientras en el campo y en la calle hubo tirantez, las buenas maneras reinaron en los vestuarios

Fue un duelo de alto voltaje, como correspondía a una eliminatoria en la que dos equipos de discreto vuelo en la Liga ponían en juego buena parte de las ilusiones de la temporada. Aunque el árbitro alemán sólo mostró tres tarjetas amarillas, hubo mucho juego subterráneo, mucho empujón y forcejeo entre los futbolistas, mucha patadita insidiosa fuera de la vista del juez de la contienda. El partido incluso acabó con un amago de tangana por la protesta colectiva del Celta, que se abalanzó sobre el árbitro. Mostovoi llegó incluso a zarandear a un juez de línea. La tensión también se trasladó a la calle: un policía y una joven hincha resultaron heridos leves por el lanzamiento de objetos de un grupo de seguidores vigueses enfurecidos por la eliminación de su equipo.

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El duelo ya venía precedido de cierta tensión. El Celta se sentía agraviado por lo ocurrido en el encuentro del Camp Nou, donde el árbitro perdonó la expulsión a Cocu. Además, el entrenador del Barcelona, Lorenzo Serra Ferrer, despierta animadversiones en Vigo desde su etapa de entrenador del Betis por culpa de una tormentosa eliminatoria en las semifinales de la Copa del Rey. De hecho, en el partido de ida, Serra Ferrer ya mantuvo enfrentamientos dialécticos con miembros del equipo técnico del Celta.

Trifulcas en el césped

Esa tensión previa se trasladó al campo. Guardiola mantuvo sonoras trifulcas con Cáceres y Gustavo López, y los nervios explotaron en los minutos finales, cuando el Celta trataba de empujar con todo para torcer el rumbo del partido. Reina propinó una patada a Catanha tras una salida fuera del área, y el árbitro anuló un gol al delantero brasileño del Celta por una falta a Cocu. Pero lo que más exasperó a los locales de la actuación arbitral fue que se pitase el final del choque nada más conseguir su tercer gol, ya en el tiempo suplementario, sin dejar margen a intentar un último ataque. Los futbolistas del Celta rodearon al alemán y demoraron su salida del campo. El más airado era Mostovoi, que le volvió a esperar junto a una de las porterías para continuar increpándole y luego zarandeó a un juez de línea a la entrada del túnel de vestuarios. A punto estuvo de lanzarlo escaleras abajo.

Pero, tras el choque, se abrió paso la diplomacia. "¿Duro el partido? No, no, de eso nada", apuntó Luis Enrique. "Lo lógico tratándose de un partido así. No hay que sorprenderse: esto es fútbol". Guardiola se refugió en el código de honor tan esgrimido por los jugadores argentinos que, curiosamente, fueron sus antagonistas anoche durante las trifulcas del partido: "De lo que pasa en el campo, no se habla nunca". "No había ganas de revancha por la ida", aseguró el céltico Giovanella, "simplemente, que nos jugábamos mucho. Pero no ha ocurrido nada extraordinario". "Fue un partido con la tensión normal. Nada más", abundó, por su parte, Catanha.

El entrenador del Celta, Víctor Fernández, tampoco quiso cargar las tintas contra el árbitro, pese a transmitió el enojo de varios de sus futbolistas. "Jesuli me contó que hubo una mano dentro del área, y Catanha que no hizo falta en el gol que le anularon", se limitó a comentar el técnico celtista.

La hinchada se lo tomó más a pecho. Varios cientos de seguidores se concentraron en las inmediaciones del estadio, se enfrentaron a la policía, insultaron a los jugadores del Barça, quemaron un contenedor de basuras y lanzaron petardos, uno de los cuales hirió levemente a una chica. La policía local, uno de cuyos agentes también resultó herido por un botellazo en una oreja, detuvo a una persona por su participación en los incidentes.

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