EE UU rechaza controlar las emisiones de CO2, principal responsable del cambio climático
La decisión presidencial responde a las presiones del sector energético de EE UU
El anuncio de Bush deja en evidencia al secretario del Tesoro, Paul O'Neill, quien en 1998, equiparó el efecto invernadero a un holocausto global, y a la responsable de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), Christie Whitman, quien ha venido presentado como política de hecho la promesa electoral.
Los elementos más conservadores del Partido Republicano, en particular los relacionados con el sector de la energía, del que procede el propio Bush, se llevaron las manos a la cabeza cuando el entonces candidato presidencial prometió en septiembre una activa legislación contra cuatro contaminantes: el mercurio; el óxido nitroso, que induce el smog; el azufre, que provoca la lluvia ácida, y el dióxido de carbono. Bush fue mucho más allá que su rival, el demócrata Al Gore.
Con el vicepresidente Dick Cheney como ariete, cuatro senadores se lanzaron contra las pretensiones de Bush y el martes recibieron la satisfacción buscada. Cheney les dijo que la promesa de Bush había sido un error porque el dióxido de carbono no figura como contaminante en la vigente ley sobre aire limpio y al poco han recibido una carta del presidente en la que confirma el golpe de timón.
Más de la mitad de la energía eléctrica generada en EE UU procede de plantas alimentadas por carbón y regular el sector 'supondría precios mucho más altos para la electricidad', de acuerdo con un informe del Departamento de Energía, les dice Bush. En consecuencia, 'en unos momentos en que California ha experimentado ya cortes en el suministro y otros Estados del Oeste están preocupados por los precios y la disponibilidad de energía este verano, debemos ser muy cuidadosos y no tomar medidas que puedan perjudicar a los consumidores', escribe el presidente a los senadores. 'Esto es particularmente apropiado dado lo incompleto del conocimiento científico sobre las causas y soluciones al cambio de clima global y la ausencia de tecnologías comerciales para eliminar y almacenar el dióxido de carbono'.
La decisión de Bush es fruto del trabajo de grupos de presión a favor del sector carbonífero y de las constantes protestas de los sectores más conservadores del republicanismo contra el protocolo de Kioto de 1997, que sigue sin ser ratificado por EE UU y que no ha entrado aún en vigor. Este acuerdo internacional dice que los países industrializados deben reducir en 2008-2012 sus emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990.
Los sectores verdes estaban ayer frustrados y hablaban de traición. 'Bush no sólo se desdice de su promesa electoral sino que da la espalda a su Administradora de la EPA y a la comunidad científica internacional, que han advertido que este problema es más serio de lo que se pensaba', señaló Daniel Lashof, científico del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales.
'Me preocupa que el presidente Bush diga que hace falta investigar más sobre las causas del cambio climático para poder saber cuáles son las soluciones', manifestó ayer la comisaria de Medio Ambiente de la UE, Margot Walstrom, quien subrayó que los científicos han dada pruebas incontrovertibles de la relación entre emisión de gases y el efecto invernadero, y han alertado sobre las catastróficas consecuencias.
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