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Crónica:Liga de Campeones | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Deportivo empata en Milán y se clasifica para cuartos de final

El equipo de Irureta culmina su espectacular trayectoria con un empate ante el Milan, imagen del desastre italiano

Xosé Hermida

Con mucho sufrimiento y en un partido que no será recordado por su fútbol, el Deportivo salió de San Siro vestido con las galas de un grande de Europa. El campeón español parecía mentalizado para todo en Milán, menos para intentar jugar el fútbol donde no era posible: en un patatal impropio de la Copa de Europa. Al Depor le pesó la trascendencia de la cita y el infame césped le impidió tejer su fútbol. Con más empuje que juegol, el Milan se sobrepuso a sus muchas carencias y acabó embotellando al equipo gallego, que vivió muchos minutos en la cuerda floja. Un penalti transformado por Djalminha insufló oxígeno al Deportivo, que tampoco se libró del tormento de los minutos finales, cuando el Milan logró empatar con otro máximo castigo. Pero el cuadro de Javier Irureta mantuvo la entereza en esos momentos agónicos, condenó al fútbol italiano a vivir otro año en el infierno y se coronó como uno de los ocho mejores equipos del continente.

MILAN 1|DEPORTIVO 1

Milan: Rossi; Roque Junior, Costacurta (Ba, m. 60) , Maldini; Helveg, Gattuso, Albertini, Coco (Serginho, m. 70); Boban (Bierhoff, m. 60); Shevchenko y Jose Mari. Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Mauro Silva (Helder, m. 22), Emerson; Víctor, Djalminha, Fran (Capdevila, m. 63); y Makaay (Pandiani, m. 81). Goles: 0-1. M. 74. Penalti de Helveg a Capdevila en el pico del área que transforma de suave lanzamiento por el centro Djalminha. 1-1. M. 86. Bierhoff se tira ante Molina y Shevchenko convierte el penalti engañando por el lado izquierdo al meta. Árbitro: Hugh Dallas (Escocia). Amonestó a Helder, Albertini, Costacurta y Gattuso. Unos 75.000 espectadores en el estadio de San Siro en Milán. El Deportivo de A Coruña pasa a los cuartos de final de la Liga de Campeones como primer clasificado de su grupo.

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¿No era éste uno de los clubes más ricos del mundo, representante de la capital del diseño y de la moda, símbolo de una de las zonas más prósperas de Europa? Pues ya podían dejarse de tanto glamour y prestar más atención al pasto. Porque el césped del hermoso San Siro era anoche un sembrado infecto que hasta desmerecería en la Regional española. Dos terceras partes del campo estaban calvas y la superficie era como una vieja carretera surcada de baches. Imposible jugar al fútbol en semejante patatal. Inimaginable controlar una pelota o tirar un pase con cierta intención. La UEFA, tan atenta a rodear este torneo de parafernalia gratuita, debería fijarse más en esa clase de asuntos. Porque anoche el césped se cargó el choque. El duelo estelar de la semana europea se convirtió en un simulacro de partido sólo soportable por la emoción de lo que estaba en juego.

El Deportivo afrontó su gran cita con bastante atrevimiento, lo que se tradujo en la intención de la defensa de achicar espacios hacia el centro. Pero también es cierto que al grupo de Irureta le pesó la inmensidad del escenario. Desde el principio se le notó demasiado tenso y, entre los nervios y la imposibilidad de manejar el balón en la mayor parte del terreno, el Deportivo apenas fue capaz de encadenar más de dos pases. Tampoco sufrió demasiado por esa razón, porque el Milan mostró desde el principio la gravedad de todos sus achaques. Tan pobre resultó el juego del Milan que su público, muy entregado al principio, pronto dio muestras de nerviosismo y se dedicó a disparar ocasionalmente contra sus jugadores.

Así y todo, el Milan tuvo más presencia en el partido durante la primera parte. Entre otras cosas, porque a su tipo de fútbol le importa menos que se juegue sobre una alfombra o sobre un maizal. Desde el principio, el Milan anunció que se iba a pasar la noche metiendo balonazos hacia delante. Algún que otro resultó peligroso; la mayoría, inofensivos y todos bastante desagradables desde el punto de vista del espectáculo. Pero, tal como estaban las cosas, aquello era el reino de los destripaterrones. Es decir, de gente como Gattuso.

Tras su inestable comienzo, el Deportivo fue cogiendo aire y, pasado el cuarto de hora, se encontró de bruces ante el gol. Lástima que a Fran le cayese el balón en la pierna que no usa, la derecha, con la que envió fuera su remate frente a Rossi. La jugada del gol elevó la moral de los deportivistas, que durante un rato parecieron controlar mejor la situación ante un rival progresivamente inofensivo. Hasta que la lesión de Mauro Silva, mediada la primera parte, frenó la reacción. Irureta reorganizó el equipo subiendo a Donato al medio centro. No era una mala solución, pero, al irse Mauro, fue como si al Deportivo le retirasen la red de seguridad y le entrase de nuevo el vértigo. Por encima, la presencia de Helder abrió un boquete en la defensa.

Empequeñecido el campeón español, volvió a subir la cotización del Milan, que en el tramo final de la primera parte metió en considerables problemas al Deportivo con su incansable recurso al balonazo cruzado.

Tras el descanso, el grupo de Irureta se sumergió en el reino de las tinieblas. Desconcertado el equipo por lo extraño del partido y desaparecido Djalminha, sólo Emerson tiró del carro de vez en cuando. Pero el Milan dio un estirón y se llevó por delante a su rival, que empezó a sufrir un bombardeo sin tregua. Si el Depor sobrevivió fue gracias a Molina, extraordinario en un duelo solitario ante Shevchenko y en una mano providencial que sacó para detener un gran remate de José Mari, muy activo en esa fase del choque.

Y cuando el Deportivo empezaba a sucumbir a su impotencia llegó la acción salvadora: el penalti a Capdevila que Djalminha, fiel a su espíritu de trapecista, transformó una vez más a lo Panenka. El Milan quedó petrificado allí mismo y, con él, otro año más, el fútbol italiano.

Helder intenta cortar un ataque del Milan con Shevchenko a la expectativa.
Helder intenta cortar un ataque del Milan con Shevchenko a la expectativa.REUTERS

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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