Fútbol y manipulación
Las consecuencias de la sanción a Raúl alcanzan de lleno a la televisión, utilizada como garantía documental de las decisiones que luego se toman en los despachos. Con la abundancia de medios técnicos que se espera en una transmisión europea, la mano de Raúl pudo captarse desde dos o tres ángulos diferentes. La celebridad del jugador y el prestigio del torneo hicieron el resto: la imagen se difundió por todo el mundo y la UEFA sentó un precedente gravísimo. ¿Será sancionado el jugador que impida un gol con un manotazo inadvertido para el árbitro? ¿Dependerán las decisiones de la UEFA del número de cámaras que se utilicen? ¿Se otorgará a las televisiones el papel de policía que no le corresponde? ¿Se introducirá algún tipo de censura en la difusión de imágenes conflictivas? ¿Se sentirán moralmente atribulados los responsables de aquellos programas que escudriñan todos los rincones del juego, con las consecuencias disciplinarias que eso puede acarrear a los futbolistas? ¿Aconsejarán los entrenadores a sus futbolistas un comportamiento según el tipo de encuentro: no televisado, con pocas cámaras, transmitido por determinada cadena, con un festín de cámaras, para España, para Europa, para el mundo?
Las preguntas son tantas como las variantes que ha abierto la UEFA en una decisión torpe por injusta y mal medida. El deber de la televisión no consiste en actuar como el guardia de la porra de los organismos sancionadores. Si esto ocurriera, se introduciría un elemento peligrosamente perturbador, con el riesgo evidente de manipulación. Los modernos medios técnicos permiten observar el fútbol desde ángulos antes imposibles. Sabemos más de las cosas que ocurren en los partidos, y a veces sabemos demasiado, hasta el punto de que los jugadores cada vez son menos espontáneos. Hasta hace poco se sabían vigilados. Ahora, tras la sanción a Raúl, se sienten amenazados. Una visión catolicona de la vida alentaría esta forma de represión. Sería la traslación al fútbol de los castigos por actos y pensamientos impuros, que Dios todo lo ve.
Ocurre además que la televisión no es un elemento objetivo en el fútbol. Vamos, que puede ser muy subjetivo. Cada sábado se retransmite un partido a través de los canales autonómicos. No son infrecuentes los comentarios que se refieren al equipo local como el nuestro y al adversario como el de ellos. Probablemente tenga que ver con la necesidad de vender emotivamente el producto. Aunque la honestidad de las transmisiones no se cuestiona por ahora, la decisión de la UEFA no ayuda a preservar lo objetivo.
Hace unos años, un realizador fue severamente reprendido por sus superiores por las veces que repitió un incidente entre un futbolista local y un árbitro. La anécdota sucedió en tiempos más creíbles, y probablemente más ingenuos, para el fútbol, antes de que la UEFA sentara el precedente de la sanción a Raúl. Con él se entra en una época diferente: la que obliga a pensar en la posibilidad de manipulación en vez de creer en la profesionalidad de la gente.
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