'Nadie puede manipular 'Gran Hermano'
Para unos ha sido 'un experimento de convivencia en tiempo presente' (Gustavo Bueno); para otros, 'una acampada de jóvenes, en su mayoría aquejados de problemas de sobrepeso, diciendo chorradas y tiñéndose el pelo bizarramente' (Vicente Molina Foix). Mercedes Milá defiende a capa y espada un producto en el que creyó desde el primer día y en el que asegura estar 'pringada totalmente'. Cumplirá los 50 el próximo mes, en pleno despegue del que será su segundo Gran Hermano.
Pregunta. Es usted reincidente.
Respuesta. La tentación de reincidir ha sido muy grande. Cuando una cosa va tan bien y da tantas satisfacciones no hay que pensarlo mucho.
P. ¿Qué satisfacciones?
R. Trabajar con gente con la que te llevas bien y hacer un programa nuevo, inesperado, imprevisible, que ha creado una forma diferente de participación del público. Desde el punto de vista de la televisión de entretenimiento, Gran Hermano es un programa perfecto. Además de estas satisfacciones, también me ha dado sustos y disgustos, procedentes sobre todo de las críticas de compañeros que no entendían lo que hacíamos.
P. ¿Hasta qué punto le han afectado las críticas?
R. Gran Hermano se puso de moda y se hablaba de él viniera a cuento o no. Y eso hizo que llovieran bofetadas sin saber de dónde. Me molestaron los prejuicios de mucha gente. El programa venía con etiquetas. Fue muy polémico en Holanda y había que justificar el producto. Algunos pensaban que podría ser una intromisión descarada y morbosa en la intimidad.
P. La audiencia lo aprobó.
R. Sí, fue algo extraordinario no tener que sufrir por los índices de audiencia. Ahora es un reto más difícil, porque el salto es mucho más alto y por tanto la bofetada puede ser mucho más fuerte
P. ¿Hay miedo?
R. Siento preocupación. Los espectadores nos darán unas semanas de confianza, y si no ofrecemos lo que esperan, abandonarán. Pero tengo la impresión, por la actitud que están teniendo otras cadenas, pertrechándose como si fuera a venir una riada y poniendo maderas en las puertas, de que irá bien.
P. En aquella etapa de justificaciones utilizó el argumento de que este programa era un fenómeno que había que observar desde un punto de vista sociológico.
R. Es cierto que el programa se convirtió en un fenómeno sociológico; dentro y fuera de la casa. La gente se enganchaba. Al principio dije que era un experimento sociológico, y eso me lo han repasado por la cara cien veces. Ahora pienso que introducir a una serie de personas en una casa para ser observadas da lugar a un experimento que podríamos llamar... antropológico.
P. ... Espectáculo.
R. Haciendo televisión, sí, claro, es un espectáculo. Gran Hermano es un programa de entretenimiento que se puede ver desde muchísimos prismas. A mí, como periodista, me causa gran curiosidad ver cómo se comporta la gente en determinadas circunstancias.
P. El comportamiento de los habitantes estaba forzado por una situación que no es real.
R. Se dan muchos momentos de situación real. La mayoría de ellos podrían ser comparables a los que se dan en nuestra vida.
P. ¿El hecho de tener las cámaras delante incita a actuar?
R. Es sorprendente hasta qué punto se llegan a olvidar de las cámaras. Si no, no hubiéramos visto lo que vimos.
P. ¿A qué se refiere?
R. Lo que vimos es lo que más se ha acercado a la verdad de la vida. No ha habido intermediarios. Nadie puede controlar lo que ocurre en la casa. Por mucho que pretendiéramos manipular y reconducir la convivencia, es imposible. Entre otras cosas, porque las cámaras están permanentemente reflejando lo que ocurre en la casa. Gran Hermano, por encima de todo, es verdad.
P. En esta nueva etapa, el factor novedad está aminorado.
R. En cuanto al formato, sí; pero todavía hay un enorme potencial de novedad, porque los que entran en la casa son nuevos. Aquí descansará el éxito o el fracaso de Gran Hermano. Si hemos sido capaces de encontrar un buen grupo de participantes, saldremos adelante. Si nos hemos equivocado, lo pasaremos muy mal.
P. ¿Cómo ha sido la criba de los 100.000 aspirantes?
R. De todos ellos, 7.000 han sido vistos por nueve redactoras, que son quienes han hecho, con su intuición, la verdadera criba. Es en la última fase cuando han entrado en acción los psicólogos. De los 24 finalistas, Zeppelin elegirá los 12 concursantes. La gran incógnita es si habremos acertado con el casting.
P. ¿Se repetirá el éxito?
R. Hay que poner los pies en el suelo. Rarísimo es que ocurriera lo mismo que con el primer Gran Hermano.
P. ¿Cómo ve la enorme competitividad de la televisión?
R. También hay competitividad entre los periódicos, las revistas o las radios. He sufrido la guillotina de las audiencias, y creo que llegará un día en que la prensa tendrá la misma desgracia que la televisión: se sabrá cuáles son las columnas más leídas del día anterior.
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