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El nuevo Gobierno vasco

Ya están convocadas las elecciones en el País Vasco. La lógica de la democracia ha ganado esta primera batalla que debería tener, después de la larga etapa de gobiernos nacionalistas, su prolongación en la alternancia en el poder. Si, como parece posible, los electores dan mayoría en mayo al PP y al PSE, resultaría oportuno ir reflexionando sobre la estrategia a seguir por el nuevo Gobierno de Vitoria. Vaya por delante que creo, caso de que los datos electorales lo permitan, que este Gobierno será de coalición entre el PP y el PSE. Y ello, fundamentalmente, porque son hoy mayores las proximidades que las distancias entre los dos partidos constitucionalistas. No se me oculta que habrán de surgir en el PSE voces favorables a formar Gobierno con el PNV. Pero creo que estas voces no prosperarán por la razón anterior y, subsidiariamente, por la condición del PSOE de partido estatal. El conjunto del electorado español nunca entendería una decisión del PSE a favor de prolongar la vida de un Gobierno nacionalista. Este factor, que ya tuvo una presencia en las anteriores elecciones legislativas, tendría una incidencia negativa en las expectativas electorales socialistas que los dirigentes del PSOE no pueden pasar por alto. Respecto a las líneas de actuación del futuro Ejecutivo autonómico de coalición entre populares y socialistas, parecería adecuado tener en cuenta las siguientes:

1. Conveniencia de poner a punto un discurso susceptible de ser calificado de neoforalista, que subraye el aspecto más positivo de la tradición foralista en relación a la superación de la crisis vasca: el modelo de doble lealtad a la realidad española y vasca de conformidad con un esquema de dobles lealtades nacionales que encaja a la perfección en la presente lógica constitucional. Ésta es la receta que, en última instancia, señala el texto de 1978 para la solución de los contenciosos nacionales en España, y a ella debe aferrarse el futuro Gobierno constitucionalista de Vitoria. Esta filosofía neoforalista debe partir de la asunción de que la cultura vasca nunca ha sido, ni puede serlo, enemiga de España. Y construir un subsistema político pluralista acorde con este postulado deberá ser uno de los grandes objetivos del nuevo Gobierno.

2. Complemento del Gobierno de coalición PP-PSE con la presencia de personalidades que ponga de manifiesto la voluntad del nuevo Ejecutivo de representar e integrar, hasta simbólicamente, al grueso de la sociedad vasca en la nueva situación política. El protagonismo de los dos grandes partidos debe verse reforzado por esa presencia de notables, extensible a las listas electorales, que ayudará también a superar la previsible oposición nacionalista al nuevo Gobierno.

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3. Una práctica de prudencia respecto a los relevos en la Administración autonómica. El nuevo Gobierno tendrá que hacer frente a decisiones legislativas y a políticas que pongan fin al ejercicio continuado de un poder nacionalista. Pero estas decisiones deben hacerse de modo medido y respetuoso con la acción de unos gobiernos nacionalistas que han gobernado con el apoyo democrático de la sociedad vasca. El nuevo Gobierno debe dejar claro que no viene a interrumpir, sino a continuar, con las reformas necesarias, la historia reciente del País Vasco. Esa labor de continuidad debe tener reflejo tanto en las nuevas políticas a adoptar como en la renovación de los equipos administrativos llamados a ponerlas en práctica. La experiencia en la Administración alavesa debe ser un modelo de referencia en la futura Administración vasca.

4. Sin menoscabo de lo anterior, el nuevo Gobierno debería impulsar un nuevo marco de relaciones con el conjunto de España. Es en este campo donde debe ponerse de manifiesto el corte con una práctica nacionalista que no ha sabido sacar provecho de un esquema de dobles lealtades para garantizar un encaje armonioso y cordial del País Vasco en la vida española. Ello habrá de tener su reflejo en una nueva orientación de la socialización política de los ciudadanos vascos que haga posible el surgimiento de una cultura política más democrática y participativa en la vida de conjunto de España.

5. El nuevo Gobierno deberá afrontar sus responsabilidades con confianza en sí mismo, sin temor a la oposición de cualquier tipo que puedan emprender las fuerzas políticas desplazadas del poder. Los mecanismos del Estado de derecho tienen mucho de inexorables. Una vez alcanzado el poder legalmente, en democracia entran en juego los complejos mecanismos de legitimación a favor de los nuevos gobernantes. No debe haber temor a las resistencias activas o pasivas a la acción de un nuevo Gobierno que, automáticamente, se beneficiará de todos los recursos legales y morales para llevar adelante su acción política y administrativa.

6. El nuevo Gobierno vasco deberá saber en todo momento que tendrá tras de sí no solamente a la mayoría de la sociedad vasca que lo ha llevado al poder, sino al conjunto de la sociedad española para que lleve a buen puerto sus objetivos. Quiero decir con ello que el Ejecutivo vasco deberá contar en todo momento con el apoyo de las instituciones del Estado para llevar a cabo un programa integral, que no puede verse reducido, por importantes que sean ambas cuestiones, a la pacificación y a la consecución de unas relaciones cordiales con el conjunto de España.

7. La acción del nuevo Gobierno vasco deberá servir de guía para el desarrollo de nuestro Estado autonómico y de su relación con la Unión Europea. Dentro de los límites constitucionales deberá, por tanto, protagonizar una proyección exterior que ponga al País Vasco como modelo a ser seguido tanto en la política española como en el conjunto de la política europea. La presencia en su seno de representantes del PP y del PSOE hará de él un laboratorio permanente para el consenso de determinadas políticas que luego podrán ser aplicadas al conjunto de España. Esto subrayará el papel de laboratorio de la política española que puede corresponder en el inmediato futura a la política vasca.

8. Habría, por último, que insuflar optimismo en la sociedad vasca sobre la nueva etapa política que se abriría con el cambio político en Vitoria. Convencerla de que la alternancia en el poder es un mecanismo esencial de la vida democrática, y que de esa alternancia van a beneficiarse tanto los que hoy apoyan una política no nacionalista para el país como los que mañana reclamarán la vuelta de un Gobierno nacionalista. El nuevo Gobierno no hará sino poner de manifiesto el carácter plural de una sociedad vasca que debe tener su expresión en la vida política. Será la oportunidad de cerrar el proceso de transición e institucionalización de la democracia en el País Vasco, aún por culminar, como consecuencia de la acción terrorista y como resultado también de una equivocada estrategia nacionalista. A partir de la alternancia de gobierno, el conjunto de la sociedad vasca debe ser consciente de que se abrirá una nueva etapa política de consolidación democrática para el País Vasco.

Andrés de Blas Guerrero es catedrático de Teoría del Estado de la UNED.

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