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Las causas del déficit comercial

Según los datos facilitados por el departamento de Aduanas de la Agencia Tributaria, el comercio de bienes con el resto del mundo se saldó el pasado año con un déficit de 7,16 billones de pesetas, el 7,1% del PIB. Ambas cifras constituyen un récord histórico, igual que las de visitantes extranjeros o las de afiliados a la Seguridad Social, que tanto gusta recordar a nuestras autoridades. Anécdotas aparte, lo importante, en primer lugar, es analizar las causas que han hecho que el déficit se haya multiplicado por 2,7 respecto a la cifra de 1997 o que, en porcentaje del PIB, haya pasado del 3,2% en ese año al 7,1% en 2000. En segundo lugar, a partir de esas causas hay que plantearse si dicho déficit está indicando la presencia de problemas estructurales en la economía española que le impiden competir sin desventajas en el escenario internacional.

Hay que distinguir los aumentos del déficit generados por las variaciones reales de las exportaciones e importaciones de aquellos que tienen su origen en una evolución dispar de los precios de ambas magnitudes; es decir, en una variación de la relación real de intercambio (RRI). En 1998 y 1999, los aumentos del déficit (43,3% y 49,1%, respectivamente) se debieron a las variaciones reales, dado el mayor crecimiento que registraron las importaciones frente a las exportaciones. Incluso en el primero de esos años, el saldo comercial se vio beneficiado por una mejora de la RRI provocada por la caída del precio del petróleo. El mayor aumento de las importaciones en esos dos años se debió a que la economía española estaba creciendo del orden de 1,5 puntos porcentuales por encima del resto del mundo.

En 2000, los flujos comerciales reales hubieran propiciado una reducción del déficit, pues el crecimiento de las exportaciones (12,2%) superó notablemente al de las importaciones (8,3%). El aumento del 32,3% que registró esta variable obedeció al fuerte deterioro de la RRI como consecuencia de la escalada del precio del petróleo y de la depreciación del euro. Si los precios de las importaciones hubieran crecido igual que los de las exportaciones, su factura nos hubiera costado 1,9 billones de pesetas menos, correspondiendo las dos terceras partes de esta cifra a las importaciones de energía. El que en este año las importaciones reales hayan crecido menos que las exportaciones es porque se ha invertido la coyuntura y ahora la economía internacional ha crecido varias décimas por encima de la española.

Las causas principales del deterioro del déficit comercial han sido bien de orden coyuntural (exceso de demanda), bien por pérdida de la RRI. En ambos casos, el reequilibrio de las cuentas requiere frenar el avance del consumo y la inversión, que es lo que ya ha empezado a producirse, dicho sea de paso, con poca ayuda de la política macroeconómica. Aunque con un impacto mucho menor, también empiezan a observarse los efectos sobre la competitividad de mantener una inflación más elevada que los demás países. En los tres últimos años, el aumento de las exportaciones ha sido varios puntos inferior al que se hubiera producido de mantenerse la relación histórica (elasticidad) respecto a los mercados exteriores. Ello también ha resultado en un mayor déficit y en un menor crecimiento del PIB y del empleo.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (Funcas).

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