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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Baltasar Garzón

Suelo leer con gusto los artículos que Josep Ramoneda escribe en EL PAÍS. El escrito del 18 de febrero, 'Baltasar Garzón, contra todos', trata de describir su trayectoria de juez como la de un juez estrella, con fama incluso internacional, en medio de una legión de enemigos que se la tienen jurada, pero varada por dos defectos capitales: su protagonismo de ambición y vanidad, que hace que su ego le salga por todos los poros y el de su conducta obsesiva que le hace tener una autoestima desbordada.

Sin conocer personalmente al Sr. Garzón, sin más datos que los cosechados en el acontecer diario del país y de los nuevos e interesantísimos datos aportados por el libro de Pilar Urbano, no estoy de acuerdo con algunos juicios de Ramoneda.

Yo veo más simplemente las cosas: al señor Garzón no se le tolera lo que debiera ser normal en todo quehacer y profesión humana: la justicia, la sinceridad, la coherencia, la libertad y el coraje. ¿Por qué no decir que esos ingredientes son normales en él, dignos de universal reconocimiento, y no revestirlos de sospecha y degradación poniéndolos bajo la sombra de un protagonismo ambicioso y de una autoestima obsesiva? Protagonismo que todos debiéramos tener y autoestima sin necesidad de ser desbordada. Pero acaso lo sean en el inmenso erial ético de nuestras vidas individuales y de nuestra sociedad.

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Y dos cosas más: los dos errores del Sr. Garzón (su incursión en la vida política y el libro de Pilar Urbano), ¿son errores porque protagonistas de la vida política y cuantos se sienten descubiertos en el libro procedieron con justicia y verdad o porque no pudieron doblegar la honradez e independencia de Garzón? Por supuesto, ni en una ni en otra parte pudo tener éxito y su 'error' demuestra que no lograron doblegarle ni han sido capaces de ponerse a su altura.

La cuestión de ambición, obsesión vanidosa y de autoestima desbordada está en otra parte: en esa legión de enemigos que tiene el Sr. Garzón, y que no le perdonan que les haya aplicado la justicia. Contra ellos hay que levantar todas las alertas y todos los medios.-

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