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Columna
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Taifas

No salgo de mi sorpresa cuando una parte de nuestros políticos pierden el fuelle en una cascada de declaraciones que nos retrotrae a tiempos pretéritos, cuando Al-Andalus era tierra morisca, con sus reinos de taifas o, más tarde, con los Reyes Católicos y para contentar a los señores feudales, los señores de la guerra, se les concedían condados y predios en los cuales sentar sus reales.

Muchos siglos más tarde, los señores feudales se convirtieron en caciques. Nuestra Andalucía era un tablero de ajedrez en el que imponían su ley ilustres apellidos. A estos caciques, algunos de triste y nefasto recuerdo, aunque todavía quedan latifundistas, parece que quieren sucederles unos políticos que en vez de gestionar sus ciudades y responder a la confianza dada por los ciudadanos en las urnas, se ensartan en estériles debates como cuando, en los años de la transición, la Unión de Centro Democrático pretendía dividir Andalucía en dos e incluso hubo políticos miopes almerienses que apostaban por una Almería murciana antes que andaluza.

Se entiende y hasta se comprende que determinados localismos, que no todos, sean necesarios y hasta útiles. Andalucía es tan diversa y singular, no sólo Sevilla como apuntaba Rodríguez de la Borbolla, que merece, también, una respuesta singular. Pero todo dentro de un orden y una cohesión territorial que potencie singularidades, y sume y no reste. Se recuerda al alcalde de un pueblo de las alpujarras granadinas que para contentar a sus ciudadanos quiso tener un puerto de mar. Creo que harían bien nuestros gobernantes en leerse y estudiar con detenimiento los trabajos que Lourdes Lucio y Diego Narváez publicaron en EL PAÍS de Andalucía y donde se encuentran argumentos suficientes para no caer en la fácil demagogia que envuelve una polémica que castra el proyecto común de Andalucía.

La especificidad y singularidad de todas y cada una de las ocho provincias andaluzas, con sus comarcas, puede encontrar mejor respuesta a sus problemas si se anteponen los intereses generales a los particulares. Andalucía unida es más fuerte. Primero, conseguir que haya queso; repartirlo después será más fácil.

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