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Crónica:CLÁSICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Dos maestras

El ciclo de grandes solistas, patrocinado por Scherzo y Canal +, honró su nombre al presentar a dos intérpretes absolutamente excepcionales. Quizá el concepto de interpretación quede corto cuando se trata de auténticas hacedoras de música, tan rigurosa en su planteamiento como en la perfección virtuosista. Que esto significan las personalidades magistrales de la violonchelista Natalia Gutman y la pianista Eliso Virsaladze, nacidas el mismo año de 1942 en Moscú y Tiflis, respectivamente.

Ha de contarse, ante todo, con los dones para la efusión artística y humana de estas admirables comunicadoras de belleza. Nos la dio Virsaladze, a solo, en la Polonesa-Fantasía en La bemol de Chopín, tocada en una estrecha fusión de exteriorización a intimidad, desde un 'ideal sonoro' casi mágico en su potencia afectiva. Junto a Gutman gozamos luego de ese Chopin a la vez natural y problemático y en todo momento puro y profundo que aletea en la Sonata en sol menor, otro Chopin sin dejar de ser el mismo de la transcendente invención pianística. La audiencia, que abarrotó la sala grande del Auditorio Nacional, se entregó desde el primer instante, pues los verdaderamente egregios anuncian su condición desde un ataque, un diseño, una frase, capaces de anunciar una continuidad hermosa en la suavidad o la energía de las tensiones: belleza presentida primero, sentida luego y plenamente triunfante en cada obra.

Ciclo Scherzo-Canal + y Canal Satélite Digital

N. Gutman, violonchelista y E. Virsaladze, pianista. Obras de Chopin y Franck. Auditorio Nacional, Madrid, 27 de febrero.

Otro dato: en el intermedio no se comentaba otra cosa que el mismo arte que como fruición estética nos llegaba desde la escena al más rinconero hondón. Debía tomar nueva forma para el mensaje de la Sonata de Cesar Frank, clave en su 'modulación como continuidad', 'claridad filtrada a través del espacio' cual comentara Jacques Riviere, y 'lírica sin la menor expresión de amargura', al decir de Gabriel Fauré. La Sonata, nacida para el violín y el piano, conoce transcripciones para viola, chelo e incluso flauta, si bien parece más propio de la sustancia el mundo del arco.

La versión del singular dúo de maestras tuvo sustancialidad y largas perspectivas y el éxito desbordó las medidas habituales, así que resultó imprescindible el añadido en forma de variaciones clásicas, la última de las cuales la añadió, nuevamente, el público con sus ovaciones. Tarde de música entera y verdadera, sin vanidad ni trampa, con perfección y grandeza. ¡Bravas!

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