España, dominio absoluto
El equipo nacional conquista otro título al vencer a Ucrania con un 'gol de oro'
Rey absoluto. El fútbol sala español hizo ayer el pleno en Moscú. Nadie lo había logrado. Tras el Campeonato del Mundo, el Europeo. En principio, parecía lógico el triunfo, al ser una competición continental, pero los hechos demuestran que eso no siempre se cumple en los deportes colectivos, o en los individuales. Sólo se explica porque la entidad que ha adquirido España en esta modalidad es apabullante. La gran extensión en la práctica del aficionado -por su accesibilidad y atractivo en todo tiempo- se ha trasladado magníficamente a la élite. Ayer se cumplieron 22 partidos de una selección invicta, que ha jugado cinco grandes finales consecutivas, mundiales y europeas, de las que ha ganado tres, y que se ha convertido en el rival a batir por todos.
ESPAÑA 2 | UCRANIA 1
España: Luis Amado; Julio, Orol, Javi Sánchez y Daniel (cinco inicial); Javi Rodríguez, Adeva, Kike, Paulo Roberto y Riquer. Ucrania: Korneyev; Kosenko, Masnurov, Koridze y Moskyvchov (cinco inicial); Chernyshov, Pylpiv, Shaytanov, Melnikov y Kudlay. Goles: 0-1. M. 26. Tiro de Melnikov que se desvía hacia a la escuadra derecha al rozar en Orol y deja clavado a Luis Amado, que no puede reaccionar. 1-1. M. 32. Julio adelanta a Riquer, que marca a media altura tras hacer la pared con Orol. 2-1. M. 4 de la prórroga (44 de partido). Falta que saca Julio, no corta Kudlay y Javi Sánchez logra el gol de oro. Árbitros: Lastrucci (Italia) y Novak (Croacia). Amonestaron a Paulo Roberto, Kosenko, Melnikov y Adeva. Final del Europeo (Rusia ganó por 2-1 a Italia, con otro gol de oro, por el tercer puesto). Unos 6.000 espectadores.
Pero no fue un éxito fácil. España, que había goleado (4-1) a Ucrania justamente en el partido inaugural del torneo, necesitó el gol de oro, en la prórroga, para imponerse en la final. Dominó siempre, llevó el control del partido, pero quizá cometió el único error de abusar de paciente. Ante un rival agazapado, sin más objetivo que sorprender tras robar el balón, tardó demasiado en hacer valer su calidad y en disparar más. La pesadísima pista perjudicó de nuevo la rapidez en la circulación del balón y sólo Orol abrió en dos ocasiones el hueco para disparar con potencia. La genialidad individual no salió esta vez porque una chilena de Paulo Roberto, a gran pase de Javi Rodríguez, acabó en un poste.
Ucrania, un equipo sin tanta imaginación, que incluso desperdició varios contraataques al intentar resolver siempre la jugada con un solo jugador, tuvo, en cambio, la suerte de cara. A los cuatro minutos de la segunda mitad, un tiro lejano de Melnikov rozó en Orol, un defensa magistral, como Julio, y el peligroso 0-1 subió al marcador. Quedaba tiempo para remontar, pero no para cometer errores ni esperar que un nuevo rebote decidiera lo peor. Y España cambió de velocidad, aunque sufrió otro susto con un tiro al poste de Koridze, el máximo goleador del torneo. Fue simple, como todo el juego de Ucrania. Recibió un pase largo y tiró cruzado, a la media vuelta, con fortuna nuevamente, porque el balón pasó entre las piernas de Orol.
Habría sido un mazazo, pero también un castigo injusto. España se había pasado de paciente, pero también Korneyev, un portero espléndido, había parado todo por alto y hasta un gran tiro de Javi Rodríguez por bajo. Quizá por eso la selección siguió empeñada en marcar en jugada y seis minutos después Riquer logró el empate en la única combinación que perforó la muralla ucrania. Pudo tirar antes, pero prefirió la jugada de calidad. La paciencia, al fin, tenía su premio y España pareció imparable.
La prórroga era un peligroso cara o cruz, pero el partido tuvo ya sentido único. Incluso el gol de oro se produjo en el solitario fallo ucranio de la final. Kudlay no cortó el saque de banda de Julio y Javi Sánchez, el otro Javi esta vez -Rodríguez fue el decisivo en el Mundial-, remató la última gloria.
'Va por ti, Santi'
El delantero Joan no jugó la final, pero su alegría fue la misma. Como su gesto final, significativo de que los títulos en los deportes colectivos se ganan con juego, pero también con la máxima armonía y apoyo en el grupo. Joan subió al podio para recibir la medalla de oro con la camiseta de Santi, que no pudo jugar el campeonato por una lesión. Joan la cogió, la besó, se señaló el nombre de su compañero y su número, el 3, y dijo: 'Va por ti, Santi'. Éste, en Zaragoza, lloró. Jesús Clavería, el portero salvador en el triunfo (4-3) sobre Brasil en el pasado Mundial de Guatemala, tampoco jugó ayer. Es un suplente de lujo, pero volvió a ser el que recogió la copa como capitán. Es del grupo. Con un bloque de calidad, pero aún más compacto personal y mentalmente, se puede tener como ejemplo a esta selección, que, a diferencia de otros deportes, está en la élite, pero no falla, sino que gana.
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