Dos de los heridos en el atentado continúan en estado 'muy grave'
Iñaki Dubreuil, concejal socialista de Ordizia a quien los terroristas quisieron asesinar, evoluciona favorablemente de sus lesiones y podría ser dado de alta en tres días, según los médicos del Hospital Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián. Ha corrido mejor suerte que los otros dos heridos en el atentado. Igor Larrea, de 28 años, y José Ignacio Urrestarazu, de 31, ambos empleados de la empresa Elektra como los dos fallecidos, continúan en estado 'muy grave' por la afección que la onda expansiva causó en sus vías respiratorias.
Los heridos estuvieron arropados durante todo el día por sus familiares más cercanos. Pero poco trascendió de lo que ocurrió en la intimidad de las habitaciones. Sí se supo que la valentía de Dubreuil no se ha resentido tras el atentado de ETA. 'Tiene un fondo de rebeldía, de plantar cara a los asesinos', dijo José María Múgica, hijo del socialista Fernando Múgica -asesinado por la banda en 1996-. 'Me ha llegado a decir', señaló tras visitarle, 'que quiere hacer parte de la campaña electoral'. ¿Piensa volver a presentarse a las próximas municipales? 'No hemos hablado de eso', contestó.
Múgica desveló una intención que Dubreuil comunicó más tarde a los dirigentes del PSE-EE. 'Quiere estar de interventor del partido', puntualizó el secretario general de los socialistas vascos, Nicolás Redondo Terreros. 'Hacía gestos con la mano y me decía: espero contar muchos votos para ti'.
Quienes le visitaron ayer en el hospital coinciden en que Dubreuil está contento por su suerte, pero preocupado por el estado de salud de los otros dos heridos -que permanecen en la Unidad de Cuidados Intensivos- y dolido por la muerte de los dos trabajadores, puntualizó el consejero de Justicia, Sabin Intxaurraga. Nadie le ha animado de momento a dejar la política. 'He oído decir a su madre unas palabras muy sensatas', dijo Redondo. 'Que él es mayor para decidir lo que tiene que hacer'. Pocos quisieron interrumpir ayer la intimidad de las familias de Larrea y Urrestarazu. Pero a Intxaurraga le bastó con intercambiar unas breves palabras para concluir. 'No hemos visto rencor en ellos, todo lo contrario'.
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