La ciudad huele mal
Convencí a mi padre para que viniese a vivir a Alicante conmigo y mi familia. Casi lleva un año conmigo y ya me ha regalado algunas frases lapidarias: 'Alicante es una bellísima dama... a la que le huele mal el aliento'; 'parece como si por el barranco de las ovejas éstas se despeñasen, muriesen y quedasen ahí sus cadáveres, pudriéndose al aire libre'. No he podido contestarle porque tiene razón. Le ofrecí la perla para sus ojos y se ha encontrado con que depende del 'viento del este, viento del oeste' para su olfato. Yo me he sentido un poco avergonzado pensando en lo que él piensa, en lo que pensarán los que vengan a residir en las construcciones que se están levantando en el barrio de san Gabriel o en Babel, en lo que pensamos que pensarán los eurofuncionarios de la OAMI, que tampoco se libran de los hedores, en lo que pensarán todos los visitantes ante la fetidez que de inmediato les invade.-
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