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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Futuros presos etarras asesinan a dos obreros

Los que ayer activaron el coche bomba con el que asesinaron a José Ángel Santos y Josu Leonet e hirieron a otras cuatro personas, y quienes les ordenaron hacerlo, entrarán un día en la lista de los presos de ETA. Como lo hizo ayer Javier García Gaztelu, uno de los jefes de la banda, detenido en Anglet, al sur de Francia. La eficacia policial que esa detención pone de manifiesto es una condición imprescindible para hacer posible la derrota política de ETA; otra es que EH-HB se rebele contra los pistoleros, y para ello es necesario que los partidos democráticos, sean o no nacionalistas, renuncien a sacar ventajas de la violencia mediante pactos con sus intérpretes.

El objetivo era ayer un concejal socialista, pero uno de los dos transeúntes que perdieron la vida era hermano de una alcaldesa nacionalista. Sería cínico atribuir al azar esa muerte. Es ETA la que mata, no el azar. Pese a ello, el portavoz de EH, Arnaldo Otegi, despachó el asunto expresando su 'más absoluto desprecio' a quienes 'querrán instrumentalizar estos hechos contra la paz, contra la democracia, contra Euskal Herria'. Su desprecio no se dirige contra los que han matado a uno de los suyos, sino contra quienes denuncian la injusticia de ese asesinato. El mensaje vuelve a ser considerar culpables de la violencia no a quienes la practican, sino a quienes se resisten a ceder al chantaje de ETA. El sindicato abertzale LAB ha convocado para hoy concentraciones tras el lema La soberanía es la paz. La víspera, el propio Otegi había ofrecido a los partidos nacionalistas un acuerdo blindado 'por la soberanía'. Esto es, independiente de que haya o no atentados.

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Según el portavoz del PNV, el doble asesinato de ayer debería llevar a la izquierda abertzale a reflexionar sobre la incompatibilidad 'entre violencia y construcción nacional'. Y Garaikoetxea advirtió a ETA de que los atentados 'van en contra de sus objetivos políticos'. Ambos planteamientos traducen una idea de la naturaleza de ETA que la realidad desmiente cada día. No es una organización a la que se pueda convencer demostrándole que podría alcanzar sus objetivos pacíficamente; lo que expresamente quiere es alcanzarlos por la violencia: sólo por eso le interesan. ETA y su brazo político proclaman como derecho su deseo (la independencia), y refuerzan esa convicción al escuchar que formaciones de larga tradición democrática dicen compartirlo. Pero al comprobar que la democracia no la garantiza, porque la sociedad es plural, impugnan la democracia; a bombazos. Recurre a la violencia porque sabe que no alcanzará los objetivos que invoca mediante el convencimiento pacífico de los ciudadanos.

Por ello asesinaron hace un año al portavoz socialista en el Parlamento vasco, Fernando Buesa, e intentaron matar ayer a un concejal de ese mismo partido; para intimidar a los que no se pliegan. A la luz de esa realidad resulta un sarcasmo decir que tras la violencia hay un 'conflicto histórico de naturaleza política', como proclama la declaración de Estella; y ofensivo afirmar que los principios de aquella declaración siguen siendo válidos; como si no hubiera pasado nada.

Ya no cabe llamarse a engaño. Ojalá que EH se rebele contra ETA, como ayer pidió el portavoz del Gobierno vasco; pero mientras no lo haga es indecente pactar con esa formación. A finales de año, Arzalluz dijo que si hubiera un Gobierno del PP-PSOE y volviera EH, 'les zumbaríamos una moción de censura'. El lehendakari pidió el martes un comportamiento leal entre los contendientes. Esa lealtad exigiría el compromiso desde ahora de rechazar, mientras siga ETA, cualquier alianza con EH para derribar al Gobierno que salga de las urnas. Eso sí sería un gesto en defensa de la democracia y contra la pretensión de ETA de condicionar la vida política vasca; más elocuente que todas las condenas.

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