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GENTE

VIEJA CAMPAÑA, NUEVA CAMPAÑA

El alcohol es uno de los grandes males que aquejan a la sociedad rusa, que lleva décadas de infructuosa labor para combatirlo. Las más interesantes y desastrosas cruzadas contra el vodka son de la época soviética. Entre las últimas destaca la de Mijaíl Gorbachov, que, sin curar el mal, destruyó la industria vinícola de la URSS, y entre las primeras, los esfuerzos por utilizar el arte para luchar contra el vodka, tema éste al que está consagrada la exposición de carteles inaugurada en el Museo de Historia Contemporánea de Rusia. En los primeros años del poder soviético, escritores y artistas se sumaron a la campaña antialcohólica. El gran poeta de la revolución Vladímir Mayakovski y el fotógrafo Alexandr Ródchenko contribuyeron a esa lucha con un cartel titulado Nicolás Último, en el que se ve al zar y a la zarina con un saco de monedas de oro vendiendo vodka a los campesinos. La corona tenía el monopolio de la venta de alcohol y nunca se planteó la necesidad de tratar de disminuir su consumo. A veces los soviéticos unieron la campaña contra la religión y contra el alcohol: La religión, enemiga de la industrialización se titula un cartel en cuya parte izquierda se puede ver a un pope que desde una nube mira feliz cómo un obrero se emborracha mientras varios santos bailan en una iglesia; en contraste, en la parte derecha vemos las chimeneas de dos fábricas mientras en el primer plano un obrero sobrio lee el periódico. ¡Aplasta al enemigo de la revolución cultural! es el dibujo de un obrero con un gran martillo alzado sobre una botella de vodka.-

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