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Columna
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Poderes

Rosa Montero

Se diría que, en los últimos días, los viejos y abusivos poderes de siempre se están reafirmando públicamente. Por ejemplo, Bush, ese famoso asesino en serie de reclusos, declara que el bombardeo de Bagdad es una rutina, con lo que nos demuestra de qué pequeñas matanzas rutinarias está compuesto el mundo de este hombre. En España, por otra parte, la Conferencia Episcopal se niega a suscribir el pacto antiterrorista, lo que evidencia una vez más que el poder eclesiástico, que no tiene nada que ver con la Iglesia de a pie, siempre ha estado en este país de parte de los malos.

Pero yo diría que, en las democracias, el poder más brutal y absoluto lo detentan los bancos. En el 2000, los bancos españoles han aumentado sus beneficios hasta en un 40% con respecto a los del año pasado. A mí me parece de perlas que a los banqueros les salga el dinero por las orejas; lo que me escalofría es a costa de qué se hacen tan ricos. Hace unos días, el BBVA intentó incautarse del laboratorio de Patarroyo en Colombia, aunque el clamor popular paralizó la medida por el momento. Patarroyo fue el creador de la vacuna contra la malaria; podría haberla patentado y haberse hecho riquísimo, pero la cedió a la Humanidad. Ahora el BBVA, que el año pasado obtuvo más de 373.000 millones de pesetas de beneficios, pretende embargar el laboratorio por 200 millones de pesetas de deuda. Ya ven, son actitudes éticas distintas.

Amparados por una legalidad indigna e indignante, los bancos cometen verdaderos abusos. Por ejemplo, ya saben que, para concederte un crédito hipotecario, te obligan a suscribir un seguro de vida, normalmente con una empresa del propio banco. Pero si mueres, el banco tiene el alucinante derecho de desdeñar el seguro y embargar la casa en su lugar. Una mujer, Mercedes Rábanos, me escribe desesperada contándome su caso:

Banesto traspasó con total desparpajo su hipoteca a un individuo al que no había manera de pagar, porque no tenía cuenta conocida ni domicilio. Banesto se desentendió del tema y, aunque Rábanos ingresó los plazos en un notario, su casa está a punto de ser subastada. Ya digo, todos estos manejos serán legales, pero son moralmente fraudulentos. Los banqueros son los señores feudales de la democracia.

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