La central eléctrica de Morata
Ecologistas en Acción rechaza el proyecto de construcción de una central de gas en ciclo combinado porque, según el autor, presenta muchos aspectos dudosos.
Poco después de celebrarse el debate sobre el estado de la región, el consejero de Economía aludió a la construcción de una central de gas en ciclo combinado en Morata de Tajuña, que aumentaría 'la capacidad de autoabastecimiento energético de la Comunidad'. Anda flojo en física el consejero, porque ignora que estas centrales 'sólo' convierten en electricidad la energía primaria contenida en el gas. Pero es evidente que en nada cambia el grado de autoabastecimiento, porque la Comunidad no dispone de gas. Sí disminuiría la dependencia energética si se implantaran programas de ahorro y eficiencia y se promocionaran las fuentes renovables, pero esto es algo que los sucesivos gobiernos del PP se limitan a proclamar un día para olvidar luego.
Resulta difícil de creer que la planta pueda ser refrigerada solamente con aire en cualquier época
En relación con la citada central se ha aludido también a la casi nula emisión de dióxido de azufre (SO2) debido a que este elemento es prácticamente inexistente en el gas natural. Y se ha insistido mucho en las reducciones que comportaba en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por kilowatios hora producido, con el consiguiente alivio del efecto invernadero. Se omite señalar que nuestro país ya superó en el año 1999 los límites fijados para el ¡2010! por el compromiso firmado en Kioto de emisión de gases de invernadero, y que la producción de electricidad ha sido -y muy probablemente seguirá siendo- uno de los responsables de este crecimiento. Esto se debe a que la tasa de incremento de la demanda es mayor que la de mejora de la eficiencia, y que el efecto de 'cambio de combustibles' que se espera que se produzca. O dicho con otras palabras, no podrán lograrse los objetivos de limitar la emisión de gases de invernadero si el Gobierno central (que es quien tiene la responsabilidad) no introduce políticas que eviten el crecimiento desmesurado de la demanda que ahora se produce.
Más desapercibidas han pasado las emisiones esperadas de óxidos de nitrógeno (NOx) que alcanzarán la nada desdeñable cifra de 375 kilogramos/hora. Estas sustancias, aparte de los problemas de lluvias ácidas que generan, son precursores de la formación de ozono troposférico, un peligroso contaminante que está alcanzando valores alarmantes en la atmósfera de ciertas zonas de Madrid y superando los límites establecidos cuando las condiciones meteorológicas facilitan su formación. No es nada aventurado suponer que el caudal de emisión que representa la planta agravará de forma significativa el fenómeno hasta convertirlo en un problema grave de difícil o imposible control. Se provocará con ello daños importantes sobre la salud de decenas de miles de madrileños.
Resulta además difícil de creer que la planta pueda ser refrigerada solamente con aire en cualquier época del año, con un mecanismo no muy diferente del de los radiadores de los coches. Evacuar en torno a 1.000 MW de potencia térmica residual, como se prevé en el proyecto, exige una superficie de contacto ingente. Otra alternativa sería extraer este calor mediante torres húmedas, pero ello exigiría consumir hasta 400-500 litros por segundo de agua. Una cantidad no disponible en ningún río cercano.
Quedan además algunas otras preguntas que responder sobre las infraestructuras anexas necesarias. ¿Puede el gaseoducto cercano suministrar el caudal necesario para el funcionamiento de la planta? ¿Son suficientes las infraestructuras eléctricas para evacuar su producción?
Otro aspecto criticable es el escaso número de puestos de trabajo que generará. Para una inversión que superará los 70.000 millones de pesetas, asegurar entre 35 y 45 puestos de trabajo estables resulta muy poco. Cualquier otra forma de generar la misma cantidad de electricidad con una opción alternativa (eólica, carbón, fuel-oil...) es más intensiva en mano de obra.
Hay otro factor que arroja dudas sobre la viabilidad del proyecto: llega tarde porque ya se han solicitado demasiados proyectos idénticos. En la actualidad hay pedidos, con anterioridad al que nos ocupa, más de 20.000 MW de centrales de gas en ciclo combinado en el sistema eléctrico peninsular. ¡Sin contar los 5.000 MW afectados por la moratoria que el Gobierno decretó en junio pasado para algunas instalaciones de Endesa e Iberdrola! Si todos ellos estuvieran terminados en 2005 (algo en teoría posible), en ese año más del 50% de la electricidad generada en nuestro país lo sería con centrales de gas en ciclo combinado. Una cantidad que a todo el mundo parece excesiva, sobre todo teniendo en cuenta que hoy aún no funciona en nuestro país ninguna planta de estas características. Los 20.000 MW exigirían un consumo de 22.000 millones de metros cúbicos de gas al año, mientras que la capacidad de interconexión con las distintas redes (Magreb, Europa...) es de 14.000 millones de metros cúbicos de gas, todo ello sin considerar el consumo doméstico e industrial. Es por tanto previsible que muchos de estos proyectos se caigan antes de funcionar. Y esto es tanto más posible en aquellas centrales que se han solicitado tarde y por parte de compañías que, como Entergy, no disponen de plantas de producción en funcionamiento. Es muy candoroso suponer que en un mercado tan cerrado, endogámico y plagado de intereses como es el mercado energético español -en el que el gas es la materia prima con mayor crecimiento-, a una compañía estadounidense se le van a abrir las puertas de par en par. La estrecha relación entre eléctricas, petroleras y compañías de gas no augura un camino de rosas para quien tiene la osadía de intentar copar un mercado tan deseable como Madrid.
En todo caso, desde Ecologistas en Acción rechazamos este proyecto al que vemos tantos aspectos negativos y dudosos.
Ladislao Martínez López es portavoz de Energía de la asociación Ecologistas en Acción.
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