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Ausencia de Tomás y Valiente

Pedro Cruz Villalón

A lo largo de estos cinco años hubiéramos visto crecer lenta, idealmente, sus páginas de A orillas del Estado (1996), en definitiva, sus artículos en estas mismas páginas. Hubiéramos visto desarrollarse el que parecía ser su proyecto de investigación para estos años, que Bartolomé Clavero (Tomás y Valiente. Una biografía intelectual. Florencia, 1997) quiso encontrar cifrado en la anotación de una ficha, 'su apunte autobiográfico más conciso', en la que sencillamente había escrito: 'De la historia del derecho al Tribunal Constitucional y de éste a la historia constitucional de España'. Una frase suya, por fin: 'De mi etapa en el Tribunal Constitucional no es prudente hablar. Quizá lo haga, en la medida de lo posible, dentro de unos años...' (Autobiografía, 1990).

Dentro de unos años... Ausencia, pues, la suya de escritura y de lenguaje, al lado de tantas otras. No llegué a coincidir con él en las deliberaciones del Tribunal Constitucional, pero tuve el privilegio de compartir con él otros momentos, tanto dentro como fuera del Tribunal. Desde el 14 de febrero de 1996, como muchos, he debido compartir personalmente su ausencia. En suma, ausencia de escritura, en lugar de otras más personales. Sus propias palabras, al cabo del tiempo, siguen dando medida de la inmensa pérdida.

Pocas semanas antes de su asesinato prologaba una recopilación de su proyección pública más reciente, sus artículos en la prensa diaria a los que me acabo de referir, en unos términos que, tanto en lo que tienen de esperanza como de desesperanza, podrían haber sido escritos en el día de ayer: 'Sólo el problema de ETA es nuestro y sólo nuestro, peculiar y distinto, envenenado y mortífero... ... la convicción de que el Estado, este tipo de Estado, puede ganarnos la paz y quitarnos el miedo, darnos libertad y seguridad y llevarse al reino de la nada el terror'. Destaco este par de frases casi por necesidad, pues no es la menor de las perversiones de este terror del que inmediatamente iba a ser víctima el dejar en un segundo o tercer plano todo el resto de sus reflexiones sobre la actualidad de aquellos años de la quinta legislatura. La vigencia de esos textos, con todo lo que ello tiene de positivo y de negativo, no suple sin embargo a los que nos han faltado a lo largo de estos años, desde que su voz fuera violentamente apagada.

Otra parte de su escritura ha tenido por su propio carácter menor repercusión, pero no por ello dejamos muchos de sufrir su falta. En 1996 Tomás y Valiente era, desde hacía tiempo, un constitucionalista o, si se prefiere, un iuspublicista en su pleno sentido. En los decisivos años de su magistratura constitucional (1980-1992), no sólo recorrió con los demás magistrados la aventura de poner en pie la Constitución como basamento de nuestro ordenamiento y nuestro sistema de convivencia, sino que inescindiblemente el historiador del derecho que era se nos aparece como constitucionalista, y ello en una medida y con una vocación que, desde luego, nadie le exigía. Una pequeña recopilación, significativamente titulada Escritos sobre y desde el Tribunal Constitucional (1994) da buena muestra de su talla como iuspublicista. Significativamente, porque con tal encabezamiento venía a subrayar hasta qué punto esos escritos estaban marcados por su magistratura. Tomás y Valiente representa para mí, como acaso ningún otro, al constitucionalista por excelencia de la Constitución de 1978, si se me permite la pesadez de la expresión. Quiero decir con ello que es, de modo muy particular, un constitucionalista esencialmente identificado con la precisa opción histórica del constituyente español de 1978; de ahí su desconfianza instintiva hacia las propuestas de reforma constitucional. En resumen, y como he señalado en alguna ocasión, hay en él una lealtad a la Constitución de 1978 que no es sólo la propia de cualquier ciudadano y, sobre todo, la que cabe esperar de quien durante tantos años era además miembro del Tribunal Constitucional; es también la del intelectual, la del constitucionalista que llegó a ser. Como tal defendió no sólo el espíritu sino, lo que a veces también es importante, el texto de 1978.

¿Era el suyo un constitucionalismo 'de derechos', o un constitucionalismo 'de Estado'? Sin ánimo de reavivar una apenas esbozada polémica con la persona que con tanta pasión y cariño se volcó febrilmente, en los meses siguientes a su asesinato, en la tarea de identificar su último planteamiento científico, Bartolomé Clavero, no creo que Tomás y Valiente hubiera llegado a asumir como propia una inevitable antinomia existencial entre poder político, de una parte, y derechos de la persona y de las colectividades, de otra. Tampoco creo hoy, con mayor perspectiva, que le cuadre la descripción de Paolo Grossi: 'Tomás era, y añadiría que conscientemente, el heredero aguerrido de esa tradición, ilustrada en lo filosófico, liberal en lo político y en lo económico, que dio lugar a la mayor antinomia en la cultura politológica y jurídica moderna, el tránsito del iusnaturalismo al positivismo'. Y es que doce años de jurisdicción de amparo no se desempeñan impunemente. Fuera como fuera, su impulso investigador posterior a 1992 quedó truncado en uno de sus momentos más prometedores.

En fin, en este capítulo de escritura ausente, y como él mismo había dejado entrever, posiblemente hubiera hablado en su momento de su 'etapa' en el Tribunal, en la medida en que ello fuera legítimo: no fue una etapa cualquiera la suya, la de aquellos doce años, cubiertos completos por él. Fueron los años fundacionales, en el más pleno sentido de la palabra. Esa historia tendrá que hacerse ahora sin su testimonio, emitido ya con la imprescindible perspectiva temporal, con la imprescindible distancia. Lo que nos ha dejado al respecto, aunque no es poco, no puede suplir a lo que en los próximos años, posiblemente, hubiera comenzado a redactar.

En todo caso, leyendo los numerosos textos jurisdiccionales de los que fue ponente, leyendo sus no muy numerosos votos particulares, una ra-

Pedro Cruz Villalón es presidente del Tribunal Constitucional.

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