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El PP se queda solo en el Congreso al rechazar de nuevo la condena del golpe militar de 1936

Ni la dura proposición inicial del PNV contra el alzamiento de 1936, contra el 'pensamiento único' y a favor de la retirada de los símbolos fascistas aún presentes en muchas calles y plazas, ni la resolución enmendada y más matizada pactada por ese grupo con el PSOE, IU, CiU, Coalición Canaria y Grupo Mixto fueron aceptadas por el PP. Tampoco se habían sumado los populares a la declaración suscrita por todos los demás grupos en septiembre de 1999 en la Comisión de Exteriores del Congreso en el mismo sentido.

La votación final en contra de 164 diputados del PP frente a los 151 de la oposición terminó con las esperanzas de los que creyeron que ya había llegado el momento de mostrar el rechazo democrático a aquel enfrentamiento. Esa ocasión tendrá que esperar.

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Tras arduas e intensas negociaciones, que duraron varios días, el PP se negó ayer a aceptar el contenido último de la proposición no de ley acordada por toda la oposición. Una iniciativa con cuatro puntos que en el primero condenaba el golpe, lamentaba 'el enfrentamiento incivil que provocó' y sugería 'el diálogo, el entendimiento y la paz como vía para resolver los conflictos'. En el segundo punto, se encomendaba a las autoridades a proceder a la retirada de los emblemas franquistas. En el tercero, se rechazaba todo intento de fomentar el 'pensamiento franquista y totalitario' que retrotraiga a épocas pasadas donde no se admitía la pluralidad y libertad ideológica.

Y en el cuarto, aprovechaba para dejar bien patente de nuevo otra condena del Congreso al terrorismo de ETA. Era ahí donde se declaraba que 'sólo desde una concepción totalitaria y fascista puede practicarse el asesinato y la coacción terrorista, despreciando así el deseo mayoritario de una sociedad que desea poder convivir en paz, respetando los derechos fundamentales de todas las personas y trabajando en pro de una profundización en la democracia y el régimen de libertades'.

Este último apartado, asumido por el PNV, procedía de una resolución tramitada en su día en el Parlamento vasco por Izquierda Unida (IU).

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El PNV justificó la actualidad de su propuesta por un supuesto resurgimiento de los 'comportamientos totalitarios y excluyentes'. Y puso como ejemplo la condecoración e indemnización del Gobierno al torturador Melitón Manzanas dentro de los requisitos previstos en la ley de apoyo a las víctimas del terrorismo.

Amnesia y horror

El socialista Joaquín Leguina admitió posibles dobles intenciones del PNV pero las minimizó ante la relevancia de aprovechar la ocasión para acabar con la ambigüedad y la 'amnesia' ante ciertos sucesos 'horrorosos e inmorales' de nuestro pasado como el alzamiento de unos militares contra el orden establecido que debían defender.

Leguina recordó que en países de nuestro entorno como Alemania, Italia o Portugal no se homenajea en las calles con esculturas a sus dictadores como en esta 'España diferente'.

José María Robles Fraga, más comedido que en otras ocasiones, evitó entrar en la condena expresa al golpe de 1936 al ofrecer una alternativa más genérica de rechazo a 'todas las dictaduras y regímenes autoritarios y totalitarios, del pasado y del presente, que son contrarios a los derechos fundamentales de la persona y a las libertades, y que fomentan la persecución de sus opositores, así como todos los intentos de destruir, subvertir o derrocar el orden democrático o la convivencia ciudadana y de provocar enfrentamientos civiles y cualquier otro tipo de odios y fanatismos'.

El PP no desperdició su transaccional para valorar la importancia de la transición y la Constitución para superar aquellos hechos. Pero Robles Fraga argumentó que la razón última del PNV, y por tanto de su negativa a sumarse a ese juego, obedecía a su interés por 'dividir a los demócratas' en plena precampaña de las futuras elecciones vascas anticipadas para con esta 'cortina de humo ocultar sus vergüenzas políticas' soberanistas de haber elegido 'a la tribu' en vez de a la 'ciudadanía'.

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