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La difícil cohabitación de Pujol con sus herederos

Antón Costas

Ha tardado, pero por fin Jordi Pujol ha enviado la señal largamente esperada: está dispuesto a abandonar el poder y a abrir la sucesión. Podía haber seguido varios caminos para encauzar ese cambio y ungir al que había de sucederle. Pero ha optado por el de la cohabitación con su sucesor dentro de su propio Gobierno. ¿Por qué ha elegido este modelo sucesorio?, ¿funcionará? Es decir, ¿aguantará los tres años que quedan de legislatura? No lo creo. La cohabitación es, en sí misma, inestable. Pero, vayamos por partes.

¿Por qué Jordi Pujol ha elegido el modelo de nombrar un conseller en cap y practicar la convivencia dentro del mismo Gobierno? Sin duda, la razón última pertenece al arcano del presidente. Pero podemos ensayar alguna explicación especulativa. Es sabido que Jordi Pujol siempre ha tenido pasión por la empresa familiar. Si no hubiese podido ser presidente de la Generalitat, habría sido empresario familiar. Cree que Cataluña es lo que es en función de dos fuerzas: la del espíritu empresarial de los catalanes y la existencia de una fuerza política nacionalista para fer país.

El modelo que Jordi Pujol ha dado a su propia sucesión se asemeja al que se plantea en muchas empresas familiares cuando se produce el cambio generacional: los padres se convierten en presidentes, los hijos, en consejeros delegados

Puesto en la tesitura de tener que elegir un modelo para sustituirle al frente del Gobierno, ha elegido el que siguen la mayor parte de los empresarios familiares: llegado ese momento inevitable se sitúan como presidentes de la empresa, manteniendo funciones ejecutivas, y nombran un consejero delegado. Naturalmente, esta decisión siempre origina conflictos dentro de la familia, dado que acostumbran a existir otras personas que se creen con los mismos méritos y derechos a suceder al 'patrón', ya sean hereus por vía directa o sobrevenida.

¿Funcionará bien esta cohabitación entre un presidente que sigue manteniendo funciones ejecutivas y un consejero delegado cuya aspiración tiene que ser arrebatar esas funciones a su presidente?

La experiencia de la empresa familiar en la que se practica este modelo sucesorio dice que no. Los conflictos son permanentes. El presidente tiene sus experiencias, sus inercias y sus manías, a las que atribuye su triunfo en el pasado. Sin embargo, el nuevo consejero delegado necesita, para triunfar, ensayar nuevos caminos y fórmulas que le permitan adaptarse a los nuevos tiempos y a los nuevos gustos de los que han de comprarle su producto. El conflicto, aunque sea en versión light, es inevitable. Podemos razonar una explicación más 'freudiana' de la inevitabilidad de ese conflicto entre presidente y consejero delegado. Como es sabido, los hijos construyen su propia personalidad por oposición a la del padre, es decir, matando al padre. Y ésa es una constante ineludible de la vida. Podemos creer que todo está atado y bien atado, pero el cambio es inevitable. El razonamiento me lleva a asegurar que la cohabitación será inestable, y perjudicial para los sucesores.

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No es posible pensar que la nueva etapa de CiU acabe pareciéndose a algo así como 'Herederos de Jordi Pujol y Cía.'. Si quiere mantenerse viva en el mercado de la política y seguir siendo una opción válida para los compradores votantes en las próximas elecciones, los herederos de Pujol tienen que diseñar nuevas políticas, diferentes a las del pasado, y han de buscar ampliar su mercado de votantes para que no les ocurra lo de las últimas elecciones, en las que la empresa rival les comió mercado.

Pienso que el fin de ciclo de Pujol tiene que ser algo más que la sustitución de su sustitución por 'más' de lo mismo. El recambio dentro de CiU tiene que ser algo diferente a la ecuación: Pujol = Mas + Homs + Gispert. No podrá ser un 'suma y sigue', es decir, la sustitución de una persona concreta por una trinidad de personas. Para mí, el fin de ciclo de Pujol, como escribí hace meses en esta misma columna, será un cambio de políticas del nacionalismo catalán, o no será.

¿Qué nuevas políticas practicarán los herederos? Yo creo que tienen que desplazar el acento desde las políticas simbólicas relacionadas con el nacionalismo reinvidicativo que han practicado los gobiernos de Pujol hasta ahora, hacia políticas prácticas, relacionadas con la calidad de vida de los ciudadanos y la capacidad de crecimiento de la economía. Dicho de otra manera, y a título de ejemplo, menos recursos y dedicación al despliegue de los Mossos d' Esquadra, y más recursos y dedicación a problemas como los del metro, el aeropuerto y la Fira de Barcelona, o a la enseñanza, la investigación y el fomento de la nueva economía. En estas cuestiones nos jugamos el ser o no ser. Y en estos terrenos más que avanzar, en los últimos años hemos retrocedido; o, al menos, otros han avanzado más rápido que nosotros.

Pero no estoy seguro de que las cosas acaben siendo así. El temor me viene de que a Artur Mas y a Francesc Homs les acecha otro peligro. Es el de concentrar toda la atención en un solo problema: la negociación del nuevo modelo de financiación autonómica. Preocupados sólo por la caja, pueden acabar olvidando el hacer nuevas políticas. Pero de eso hablaremos otro día.

Antón Costas es catedrático de Política Económica de la UB.

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