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Columna
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Racista

Nadie parará la inmigración, aunque algunos se resisten y creen que se va a poder seguir haciendo una sola economía, por ejemplo, pero se podrán seguir levantando muros para que los afectados de las decisiones de unos pocos para todos, no se muevan de su sitio, aunque haya lugares en los que por esas mismas decisiones puedan vivir mejor. A estas alturas de la riqueza humana demostrada que produce el mestizaje, que por otra parte será no sólo irremediable sino cada vez más deseado, todavía hay gente, mucha, la mayoría para qué nos vamos a engañar, que se resiste a lo que está viniendo y, con o sin leyes de extranjería, seguirá viniendo. El espectáculo de la insolidaridad con los inmigrantes es asunto triste que pone en evidencia a quienes se muestran incapaces de entender, no sólo que quién no puede vivir en un sitio, tiene que encontrar otro lugar sobre la tierra en el que sobrevivir, sino también que todos los seres humanos tienen derecho a vivir donde quieran vivir.

En este momento, en España, los inmigrantes piden papeles, como los pidieron en otros países europeos a los que llegaron antes, porque había el trabajo que ahora también hay aquí para ellos. Piden papeles, que es pedir consideración de ciudadanos, porque no quieren seguir siendo esclavos y, por fuerte que suene, eso es y no otra cosa quien es querido para trabajar, pero a quien no se le reconoce el derecho a convivir en la comunidad en la que trabaja. Así ocurre cuando un inmigrante ilegal es contratado para realizar un trabajo que generalmente no quiere hacer un español, se le paga menos que a éste si lo hiciera y se le obliga a la exclusión al salir del trabajo, marcándole como alguien sólo necesario pero de ninguna manera querido. Los inmigrantes acabarán ganando su batalla, de hecho, el Gobierno ya le está buscando vueltas al reglamento para abrir la Ley que quiso hacer dura y le salió problemática, pero no basta. Los ciudadanos tenemos también que hacer gestos de acogida, de solidaridad. En éstas estamos cuando desde el Parlamento andaluz sale una voz que pide que 'los moros se vuelvan a Marruecos que es donde tienen que estar'. Si eso se ha dicho en el Parlamento, tenemos que saber quién lo ha dicho, qué político hay en Andalucía que piensa así, es decir, que es racista y, por tanto, ni nos merecemos ni se merece estar en el Parlamento.

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