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Columna
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Estado

Que Eduardo Zaplana sea o no el autor del libro El acierto de España constituye un tema de polémica bastante ingenuo. El caso es que el presidente de la Generalitat lo firma y lo presenta en Madrid como todo un acontecimiento. No tocar la Constitución, completar las transferencias a las comunidades autónomas, fijar un modelo 'definitivo' de financiación y buscar una fórmula light de coordinación entre gobiernos autonómicos y Ejecutivo central son sus propuestas. Fiel a los límites que el partido de Aznar impone en el modelo de Estado, Zaplana aboga reiteradamente por nacionalizar la España autonómica, una vez encajados los 'hechos diferenciales', rechaza tajantemente cualquier visión soberanista o federal y arremete contra la asimetría de poderes autonómicos, pese a que formó parte del propio consenso constitucional. El presidente valenciano, desde un autonomismo explícitamente 'españolista', el único que cabe en el PP, se pone a la defensiva. ¿La simetría que defiende implica, por ejemplo, que 'todas' las comunidades puedan llegar a tener televisión autonómica, policía propia y competencias en materia de tráfico y orden público? ¿De verdad cree que son reducibles a una 'identidad regional fuerte y arraigada' que 'les hace sentirse también profundamente españoles' las reivindicaciones, por lo menos, del País Vasco, con una lacra terrorista que no resolverán los paños calientes, y de Cataluña? El mismo día en que Zaplana 'escenificaba' su libro, Pasqual Maragall hablaba muy claro en Madrid de su nuevo federalismo, que rechaza una concepción uniformista de España, propone modificar la Constitución para hacer del Senado una Cámara territorial multilingüe con competencias exclusivas y plantea reformas en los ámbitos fiscal, cultural y judicial... Predica el líder socialista catalán una 'nueva cultura política' y abre el dilema de una España 'vertebrada' o una España federal; un Estado descentralizado y 'reespañolizado' o una fórmula que institucionalice los 'nacionalismos dentro del Estado' para desarmar a los 'nacionalismos contra el Estado'. Zaplana ha comenzado a cavar trincheras en uno de los frentes de ese debate.

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