Superdotados
En el reportaje sobre un plan de la Junta para detección de superdotados (EL PAÍS-Andalucía, 6 de febrero), no veo necesario asignar tan comprometido calificativo a una serie de cualidades que poseen, según dicho informe, unas 100.000 personas en nuestra comunidad. Quizá en muchos casos el estímulo y el afecto de la familia unidos a cierta precocidad que una educación adecuada habrá de poner en su nivel obran que algunos niños puedan tener una 'alta capacidad mental'. Logra, sin embargo, el reportaje crear aversión contra un término tan ponderativo al presentar la cuestión de los alumnos superdotados como problema, cuando no como una enfermedad, 'fracaso académico, aburrimiento, aislamiento, depresión y soledad', que genera en las familias, además de la preocupación, otra carga económica más. Pero la gratuidad de la enseñanza afecta sólo a la escolarización, pues la educación nos cuesta dinero a las familias que queremos dar a nuestros hijos una formación aceptable, sin pretender que sea competitiva o elitista. ¿Qué familia está medianamente satisfecha con la formación que los colegios públicos imparten a sus hijos en idiomas o educación musical y artística? Pero también en las materias tradicionales la ley de mínimos implantada por la LOGSE provoca la desazón de los padres, la frustración de los profesores y el aburrimiento de la mayoría de los alumnos, no sólo de los presuntos superdotados. Esa es la injusticia que encierra falazmente la LOGSE: al haber rebajado los procesos de enseñanza y aprendizaje so capa de un demagógico igualitarismo ha desmantelado la calidad de la enseñanza pública a favor de la privada, concertada, y ha cerrado el acceso a una buena formación a quienes no puedan costeársela. -
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