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COMUNICACIÓN

La RAI resuelve la crisis abierta por la dimisión de su director

La RAI cerró ayer la crisis abierta con la dimisión el jueves de su director, Pierluigi Celli, nombrando a un sustituto en apenas 24 horas. A las siete de la tarde de ayer, el presidente del ente, Roberto Zaccaria, anunció el nombre del nuevo director: Claudio Cappon, hasta ahora número dos de Celli. Una solución de compromiso que no puede ocultar la envergadura de las dificultades internas de la televisión pública italiana, condenada a competir con el estilo fácil de Mediaset (de Silvio Berlusconi) y sometida siempre a las presiones del Vaticano y de los sectores católicos del Gobierno. Celli, que se hizo cargo de la dirección del ente público en febrero de 1998, ha negado los intensos rumores que hablan de su paso a Ipse, la entidad de telefonía UMTS controlada por Telefónica.

Pocas horas antes de que Celli enviara su carta de dimisión al presidente de la RAI y a los miembros del Consejo de Administración, la televisión pública había resuelto la última polémica desatada por un programa de RAI-2 Satirycon, suprimiéndolo de la programación.

Celli ha negado que haya ninguna relación entre este hecho y su precipitada marcha, pero es difícil creerle. El programa, dirigido por el cómico Daniele Luttazzi, había causado enorme polémica desde el principio, sobre todo porque el bautizo coincidió con una especie de strip-tease, a cargo de una escultural actriz italiana que se despojó de la ropa interior en directo. En posteriores ediciones, Luttazzi se despachó a gusto contra los políticos (de izquierda y de derecha) y el pasado miércoles se hizo servir ante las cámaras una bandeja con falsa mierda.

Reacciones del Vaticano

La reacción del Vaticano llegó de inmediato. L'Osservatore Romano, órgano oficioso -pero con enorme influencia- de la Santa Sede, se lanzó a tumba abierta contra la televisión pública, 'que no merece por su vulgaridad el canon que se paga por ella'. Era el 27 de enero, pero el diario vaticano volvió a la carga el 6 de febrero y le siguieron el semanario Famiglia Cristiana (con dos millones de lectores) y el rotativo de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire. La única salida para la RAI era acabar con Satirycon, y así se hizo. Sin embargo, la medida ha provocado una crisis mayor: la dimisión del responsable del ente. Los rumores apuntan a que la decisión de Celli, que la ha justificado refiriéndose a la ingobernabilidad de la RAI, tiene más que ver con otros motivos. En vísperas de las elecciones legislativas que tienen ya casi vencedor (Silvio Berlusconi, según las encuestas), el director de la RAI ha querido abandonar el barco y evitarse conflictos políticos en estos meses cruciales que le esperan a la televisión pública.

Celli se lamenta de que el Tesoro (dueño del ente público) no ha dado el vía libre ni a la privatización mil veces anunciada ni a su proyecto de reorganización industrial. A todo eso se añaden las presiones, siempre fuertes, que sufre la RAI, permanentemente en el ojo del huracán por su condición de ente público.

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