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Crítica:IX FESTIVAL CAJA MADRID | FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Voces femeninas de luz y de sombra

Abrió la noche ese joven guitarrista madrileño, de 23 años, que se llama Jerónimo, y la cerró el veterano cantaor gaditano Juan Villar, nuevo en este festival. Los dos cumplieron las expectativas que habían despertado, según las posibilidades de cada uno.

Jerónimo, en el toque en concierto, se nos presenta cada vez más aplomado y seguro, sobre todo en técnica de ejecución, en la que llega a complejidades de una gran dificultad, con espectaculares picados y otros alardes que no son lo más flamenco de su toque, puesto que el virtuosismo está frecuentemente reñido con la flamencura. Interpretó temas de su próximo primer disco, en su línea de creación habitual.

Juan Villar cantó con ganas y con mucha fuerza, tanta que no siempre le respondió la voz adecuadamente. Pero fue el único que arrancó en varias ocasiones olés del público, sobre todo por soleares, un cante en el que Villar suele brillar, y por siguiriyas. Más convencional estuvo en los fandangos y en las bulerías cupleteras.

Esencias flamencas

Guitarra en concierto: Jerónimo Maya. Cante: Esperanza Fernández, Tomasa La Macanita, Juan Villar. Toque: Miguel Ángel Cortés, Diego de Moraíto, Niño Jero. Teatro Albéniz. Madrid, 6 de febrero.

Más información
La Macanita refresca el tesoro jerezano

Me interesó más, en general, el cante de las dos mujeres. Dos voces femeninas importantes, en tiempos en que no abundan. La de Esperanza Fernández, trianera, luminosa y sin veladuras, y la de Tomasa La Macanita, jerezana, que sabe recoger el grito y ensombrecerlo cuando conviene a su cante.

Madurez

Las dos se encuentran en etapas de madurez en sus carreras, y lo demuestran con el buen hacer en plazas tan difíciles de torear -son palabras de Esperanza- como Madrid.

Hizo Esperanza Fernández, entre otras cosas, esas cantiñas del Pinini tan peculiares y que ya casi nadie canta desde que las hermanas de Utrera abandonaron prácticamente los escenarios, y unas siguiriyas dichas de verdad, con toda la grandeza y toda la tragedia del estilo. El cante de Macanita, en el que da siempre una lección de jondura y maestría, es la soleá, y el martes por la noche la bordó.

En el intermedio del concierto, Manolo Sanlúcar recibió, y agradeció, el galardón Calle de Alcalá, que se le ha otorgado este año.

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