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Autores y directores piden más imaginación y riesgo en el teatro español

El foro de debate de Valladolid concluye hoy

De riesgo habló Moisés Maicas, del grupo Comediants, una de las compañías más aclamadas y que ha conseguido una mayor proyección internacional en sus 30 años de existencia. 'No hay riesgo artístico en el teatro español, salvo contadas excepciones. El teatro público, por ejemplo, está demasiado pendiente de las propuestas europeas y muy poco de las iniciativas autóctonas'. Al tiempo que planteaba la necesidad de un teatro más plural -que incluya los espectáculos de calle, la música, la ópera, los textos clásicos o la vanguardia-, el representante de Comediants abogó por creaciones originales. 'Es lo que hemos hecho compañías históricas como Els Joglars, La Fura dels Baus o nosotros mismos', comentó Maicas en una de las intervenciones más pragmáticas de un foro de debate que reúne desde el pasado lunes en Valladolid a cerca de un centenar de expertos en teatro.

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Dentro de la profunda renovación que protagonizan los grupos catalanes, el fundador de La Fura dels Baus y hoy artista independiente, Marcel.lí Antúnez, trazó una visión futurista e imaginativa, pero no muy alejada del presente. 'Hay que preguntarse', dijo, 'por el sentido que tiene en la actualidad hacer teatro, algo único y efímero, cuando el cine, la televisión e Internet han desplazado las formas de representación'. Partidario de convertir el teatro en una auténtica ceremonia, donde tanto actores como público sean oficiantes de la liturgia, Antúnez propuso obras teatrales 'a la carta, interactivas, con cámaras y micrófonos entre el público y con presencia de robots, animales y máquinas'.

Con otros códigos, y desde la perspectiva del teatro de texto, también hablaron de imaginación dramaturgos consagrados como José Sanchis Sinisterra o Josep Maria Benet i Jornet. El primero de ellos, autor de Ay, Carmela, defendió 'una palabra teatral llena de huecos, de sombras e incertidumbres, que garantice la actividad del receptor'. Entretanto, el segundo, autor de Motín de brujas, reivindicó la palabra como la 'forma más compleja de comunicación', pero recordó que 'los espectáculos escénicos que no están basados en el texto también enriquecen el teatro'. La fuerza dramática de las insinuaciones, de las elipsis y del compromiso fueron argumentos esgrimidos por varios autores teatrales.

Desde la juventud de sus 35 años y el prestigio de obras como Cartas de amor a Stalin, Juan Mayorga se interrogó sobre '¿por qué escribir teatro en el futuro?'. El autor madrileño contestó desde el compromiso: 'En el futuro, como hasta ahora, sólo valdrá la pena trabajar en un teatro que enriquezca la experiencia del espectador. La pregunta hoy, como siempre, es si seremos capaces de hacer un teatro de experiencia, un teatro que extienda la conciencia sin ser elitista, un teatro que sea al tiempo culto y popular'.

Aunque muchos de sus colegas teatreros, más veteranos y con los colmillos más retorcidos, solían caer en el pesimismo, la joven Yolanda Pallín, profesora de Dramaturgia en Madrid y autora premiada en varias ocasiones, proclamó su optimismo: 'Es una evidencia que están surgiendo autores jóvenes y que hay un público. Tengo una enorme confianza en el futuro y en que el teatro utilice la palabra, las imágenes y las combinaciones de los dos elementos'.

De cualquier modo, en el foro de debate sobre el teatro del siglo XXI se ha evocado la respuesta de Valle-Inclán a un periodista cuando lo interrogó sobre cómo iba a ser la novela del siglo XX. El escritor contestó: 'Si lo supiera, ya la estaría escribiendo'.

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