Mercados de bonos en euros
Transcurridos dos años desde su introducción, ya hay datos para realizar un primer balance de los mercados de bonos en euros. Destaca el papel que ha adquirido el euro en la financiación internacional. Según la Comisión Europea, en 1999, su participación en las emisiones internacionales (43%) estuvo muy cerca de la del dólar (46%). Además, la participación en las emisiones de bonos fue muy superior a la resultante de la suma de todas las divisas a las que el euro reemplazó.
Sin embargo, en 2000, las emisiones en euros alcanzaron sólo un 36% del total, frente a un 50% para el dólar. En términos absolutos, las emisiones en euros fueron menores (en un 7%) a las de 1999, a pesar de la financiación requerida por empresas de telecomunicación para el pago de licencias UMTS. Hay varios factores explicativos. En primer lugar, 1999 fue un año excepcional. Nació una moneda y los emisores se quisieron establecer en este nuevo mercado. En segundo lugar, las emisiones de deuda pública de los Gobiernos de la UEM en 2000 se redujeron al disponer de ingresos públicos superiores a lo esperado. De hecho, las emisiones netas disminuyeron de forma más acusada que las brutas, debido a las recompras de deuda por los Gobiernos. Por último, no debemos olvidar la ampliación de los spreads de crédito en el segundo semestre y la tendencia depreciatoria del euro durante casi todo el año, lo que hace poco atractivas las emisiones en esa moneda.
Respecto a la procedencia de los emisores durante los dos últimos años, casi el 90% de las emisiones en euros procede de instituciones de la UEM y el restante 10% corresponde casi en exclusiva a los restantes países europeos y a EE UU (Latinoamérica sólo supone el 1,3% y la cantidad emitida por los países asiáticos es despreciable). Analizando el plazo de vencimiento, se observa que sólo el 10% de las emisiones es superior a los 10 años, lo que contrasta con los mercados anglosajones, con periodos más largos.
Se han producido notables avances en la integración de los mercados de bonos en euros como convenciones de mercado, sistemas de pago, plataformas de negociación electrónica... Pero aún queda mucho por hacer. Tres son las tareas principales. En primer lugar, lograr que el mercado de deuda pública (45% del total de las emisiones) sea más líquido. Éste también es el deseo de los inversores, como demuestra la ampliación de los diferenciales entre las rentabilidades de los bonos de deuda pública alemana y los emitidos por los restantes Gobiernos de la UEM en 1999 y 2000. La mayor liquidez de los bonos alemanes de cinco y 10 años y de los derivados sobre esos activos han reforzado su situación de benchmark de este mercado. La segunda tarea pendiente consiste en incentivar las emisiones de las empresas no financieras como fuente alternativa de financiación a la bancaria. Por último, no conviene olvidar la importancia de la armonización impositiva en intereses y ganancias de capital.
Juan Carlos Berganza es economista del Servicio de Estudios del BBVA.
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