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EN PORTADA

¿Por amor o por codicia?

Los capitalistas de riesgo que han perdido inversiones son los únicos que parecen lamentar la caída de las 'puntocom' en Silicon Valley

Enric González

El Buck's Bar de Woodside, cerca de Palo Alto, solía ser el centro del mundo. En el Buck's se congregaban los ángeles, es decir, los venture capitalists, que financiaban la histórica revolución mundial dirigida desde Silicon Valley. Los ingenieros y los emprendedores ponían la tecnología y las ideas; ellos aportaban toneladas de dólares para alimentar la hoguera. El Buck's sigue siendo un bar concurrido y los ángeles siguen acudiendo a él, pero el ánimo es distinto: el mundo ya no parece girar en torno al establecimiento. 'Esto ha cambiado mucho. Ganamos menos dinero, tenemos menos para invertir y hay quien pasa apuros muy serios', explica Roy Sardina, un ángel especializado en puntoscom. 'Algunos de nosotros', añade, 'estamos bajo el agua'.

'Aquí no se está por dinero sino por formar parte de un cambio histórico', afirma un ingeniero leridano -

Estar bajo el agua significa, en la jerga de los ángeles, haber invertido, por ejemplo, un millón de dólares en una empresa que ahora mismo vale 300.000, o menos. Eso le ha ocurrido a Benchmark Capital con una de las sociedades que impulsó, E-Toys. Otras importantes sociedades de capital riesgo, como CMGI, se han desprendido del 25% de sus socios porque hay mucho menos trabajo y la comisión habitual, un 1% de la inversión, no alcanza para pagar a todos. 'Nosotros seleccionamos una empresa y canalizamos hacia ella el dinero de los inversores', comenta el ángel, 'y hay que trabajar con bastantes empresas, y con un volumen de inversión muy alto, para que el 1% cubra nuestros sueldos, gastos y el alquiler de las oficinas'.

Bajan los alquileres

La crisis es perfectamente perceptible en los alquileres. En áreas como Woodside o Palo Alto se mantienen elevados. Mil metros cuadrados en un edificio de oficinas pueden costar 10.000 dólares al mes, 1,7 millones de pesetas al cambio actual. Pero los propietarios ya no piden sumas imposibles, ni grandes paquetes de acciones de la empresa arrendataria. Por primera vez en años, ya no hace falta pelearse en una subasta con otros aspirantes para comprar una casa, y hay apartamentos disponibles para alquilar. En cierta forma, la crisis ha incrementado la oferta inmobiliaria. Un ejemplo: un empleado de Yahoo!, poseedor de una amplia residencia adquirida gracias a una hipoteca respaldada con su paquete de acciones, ha tenido que admitir inquilinos.

Entre 12.000 y 14.000 personas han perdido su empleo en una puntocom en los últimos tres meses. Quienes mantienen el puesto de trabajo se sienten más pobres, porque parte del salario se paga en acciones Y esas acciones, que antes les convertían en millonarios virtuales, valen ahora poco. Compañías como Yahoo! prohíben a sus empleados que hablen sobre stock options fuera de la empresa, pero el tema es la comidilla de Silicon Valley. No hay que pensar, sin embargo, que una depresión colectiva se ha apoderado de El Valle. Primero, porque no hay ningún colapso, sólo se acaba con una época de riqueza disparatada; segundo, y muy importante, porque el dinero es algo secundario para los apóstoles de la revolución surgida en California.

'Aquí no se está por dinero, sino por formar parte de un cambio histórico en la tecnología, en la economía, en los modos de trabajo', opina José Miguel Pulido, un ingeniero leridano que ha concluído sus estudios en Stanford y ha decidido quedarse, por el momento, a trabajar en una zona en la que, dice, 'el nivel es muy alto y uno tiene la oportunidad de aprender cosas nuevas'.

Como Pulido opinan todas las personas consultadas: salvo para los ángeles, el dinero es secundario. ¿Y no hay problemas para encontrar empleo? Muy pocos, si uno está cualificado. En la empresa de Pulido siguen buscando personal. La gran mayoría de los fundadores de las start up que han quebrado no han necesitado más que una llamada para reintegrarse en el puesto que habían abandonado; las compañías quieren recuperarlos.

En general, se contempla con ironía el estallido de la burbuja. Las pequeñas empresas de Internet que habían salido a Bolsa y habían alcanzado cotizaciones fabulosas, sin otra aportación que una idea comercial, necesitaban un crecimiento medio anual del 80% para corresponder a su valoración. Si se tiene en cuenta que Microsoft, una de las compañías más exitosas de todos los tiempos, creció un 53% anual durante su primer quinquenio, es fácil hacerse una idea del disparate. 'Las puntocom no tienen relación con las tecnológicas. La crisis se ha producido por un problema comercial y publicitario ajeno a El Valle', dice la analista Mary Meeker, de Morgan Stanley Dean Witter.

Las puntocom, rebosantes de dinero gracias a la generosidad de los ángeles, esperaban prosperar gracias a los ingresos publicitarios. Durante más de un año, la fórmula funcionó en circuito cerrado, porque las puntocom se financiaban unas a otras con un fenomenal derroche en anuncios. Agotado el dinero inicial y una vez los anunciantes comprobaron la poca utilidad de su gasto, las tarifas se derrumbaron (lo que se pagaba a 300, ahora se paga a 30) y llegó la realidad. Este año la publicidad en la red supondrá 9.700 millones de dólares, sólo un 3% del pastel publicitario estadounidense. Y el 80% de esos 9.700 millones quedará en manos de las ocho mayores compañías (Yahoo!, AOL Time Warner, Microsoft, etcetera), lo que deja cantidades de miseria para el resto.

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