Fraga hace 'examen de conciencia' ante su 'última etapa'
Con 78 años a cuestas, el verbo atropellado de siempre, teñido ahora de notas emotivas, y un desgaste de cadera que estos días se hace más ostensible debido a un ataque de gota, Manuel Fraga todavía representa para Galicia una 'garantía de futuro', como le definió el secretario general del PP, Javier Arenas. Y es que nadie se quedó cortó ayer en sus lisonjas al incombustible fundador del PP, que oyó hasta declaraciones de amor. 'Queremos a Fraga', manifestó Mariano Rajoy. Aznar se aferró a la frase y ya no la soltó en toda su intervención.
Para entonces, el entusiasmo había prendido entre el público, y una señora interrumpió el discurso de Fraga a voz en grito. '¡Orgullo de Galicia!', le espetó. Tanto empeño puso el PP gallego en arropar a su líder que incluso trajo para la ocasión a emigrantes gallegos en el extranjero, cuyos votos pueden ser decisivos en las próximas elecciones autonómicas a las que Fraga concurre por cuarta vez. Al final, varios cientos de personas tuvieron que quedarse en los pasillos por falta de sitio en el auditorio, lo que hizo exclamar al presidente del PP de Lugo, José Luis Iravedra: '¡Nos hemos pasado!'.
El homenajeado prefirió mirar más al pasado que al porvenir y sorprendió a la concurrencia con un discurso en el que intentó, ni más ni menos, que resumir su vida entera. Un 'examen de conciencia', como lo presentó él mismo, ante lo que se adivina como la 'última etapa' o el 'esfuerzo final' de una abrumadora carrera política. La apresurada evocación de Fraga se demoró especialmente en su infancia, en el recuerdo de su madre vasco-francesa y de su padre gallego, 'un buen cristiano respetuoso de la moral'; de su abuela Dolores, 'que no sabía leer ni escribir, pero tenía toda la sabiduría campesina'; de sus años en Cuba; de la Guerra Civil que contempló en su adolescencia; de los tiempos de la universidad y del servicio militar.
Carrera política
El relato se detuvo cuando le llegaba el momento de abordar su carrera política bajo el franquismo. Entonces prefirió extenderse en consideraciones genéricas sobre su condición de funcionario y diplomático, de servidor público al que le movió siempre el 'tesón por la paz, la tolerancia y el entendimiento', de hombre fiel a la llamada 'del derecho, la ética y la educación, pero con orden'. Lo que no olvidó, sin embargo, fue citar su 'contribución' al tránsito a la democracia, al tiempo que certificaba la derrota final de Marx y de una izquierda que ha fracasado en su intento de sembrar el 'odio social'.
Frente a esas ideas están los que, como el fundador del PP, han tratado durante toda su vida de seguir la divisa de Alfonso XII: 'Dar continuidad a la historia de España'. Una historia en la que Fraga ya ha entrado junto a los grandes personajes en los que se envolvió para rematar su discurso: de los Reyes Católicos a Santa Teresa, del Gran Capitán a Carlos III.
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