Inventores de goles y paradas
Mijatovic habla de Aragonés, con quien triunfan los delanteros; con Cúper se lucen las defensas
Luis Aragonés, de 62 años, es uno de esos tipos que no se olvidan fácilmente. Deja huella en quienes trabajan a sus órdenes. En la mayoría de sus ex jugadores, por ejemplo. Uno de ellos, Pedja Mijatovic, recuerda la honda impresión que le causó el primer contacto que tuvieron, allá en la campaña 1994/95 en el Valencia. 'Era la pretemporada. Luis se me acercó, se puso a un centímetro de mi cara y me gritó: '¡Míreme a los ojos. A usted le voy a exigir más que a nadie en este equipo. Va a ser el número uno y quiero que marque 30 goles. No me voy a conformar con los 12 del año pasado!'. Se me quedó grabado', rememora con nostalgia Mijatovic. Efectivamente, ese año Pedja marcó 28 tantos en la Liga y ocho en la Copa del Rey, fraguándose su traspaso al Real Madrid, donde sería campeón de Europa justo un año después. Luis Aragonés tuvo mucho que ver en todo eso. Sobre todo, porque, además de sus dotes persuasivas sobre el jugador, lo cambió de ubicación en el campo: Pedja dejó de ser un mediapunta para convertirse en un delantero. Contra la opinión generalizada, incluida la del propio jugador, que prefería arrancar desde más atrás, Aragonés lo colocó dentro del área contraria, y desde allí explotó su enorme habilidad. Se hinchó a marcar goles. Se convirtió en un jugador 10. En un fuera de serie. Los buenos tiempos futbolísticos, sin embargo, ya pasaron de largo para el futbolista montenegrino, muy nostálgico desde Florencia, donde, a sus 31 años, se ha convertido en un suplente habitual del Fiorentina que dirige el turco Fatih Terim.
Mijatovic no es un caso aislado en la larguísima trayectoria de Aragonés, sino un ejemplo más de su rara capacidad para encontrar un goleador de debajo de las piedras. Justo lo que les está sucediendo este año a algunos futbolistas del Mallorca. Allí Aragonés está iluminando las carreras de dos jóvenes talentosos y de características muy diferentes: el vertiginoso Eto'o y el exquisito zurdo Luque. Pero, sobre todo, a quien está llevando a la cima es al menudo mediapunta Ibagaza, que se ha destapado como un sorprendente goleador. Lleva siete tantos en la Liga. 'Ahora juego más adelantado, tengo más libertad para moverme por donde quiera en el centro del campo', explica Ibagaza, en contraste con los dos ejercicios anteriores, en los que estuvo bajo la dirección de Héctor Cúper primero y de Fernando Vázquez después.
Así, pues, el entrenador ogro de buen corazón, el mismo que combina la mala uva con las bromas, aquel que zarandea tras un cambio a Eto'o, pero también sale en su defensa cuando el camerunés es insultado por un aficionado (tal y como sucedió el jueves en Vigo), ha calado hondo entre sus ex jugadores, tanto los que jugaban como los que no. Siempre queda la excepción a la regla, claro. Y esa fue Romario da Souza Faria, con quien coincidió Luis en el Valencia al principio de la campaña 1996/97. De nada le sirvió el viejo truco al veterano preparador: 'Usted míreme a los ojitos', le gritó Luis al delantero carioca. Pero Romario miró para otro lado y se fue por donde había venido.
Pero si Aragonés cuida sobre todo a sus delanteros, con Héctor Cúper los reyes son sus defensas y sus porteros. El guardameta argentino Carlos Roa, por ejemplo, ya ganó el trofeo Zamora en su segunda temporada con Cúper en el Mallorca. Cañizares va por ese camino en el presente curso: el Valencia es el conjunto menos goleado de la Liga, con tan sólo 14 tantos encajados. Marcelino, ahora en el Newcastle, se destapó como un central extraordinario, mientras Djukic y Ayala son una de las parejas de centrales más recias de la Liga. Cúper vuelve, en fin, a la isla que tanto le quiere en el momento más crítico para él de lo que va de campeonato: después de encadenar tres derrotas consecutivas ante sus tres grandes rivales (Depor, Barça y Madrid), y con su renovación de contrato aplazada sine die.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.