El consejero de Gobernación tiene los días contados en el Consell Executiu

Josep Antoni Duran Lleida tiene los días contados como consejero de Gobernación de la Generalitat. Piensa abandonar el Gobierno catalán una vez que Unió y Convergència finalicen sus negociaciones. Será entonces cuando se abra una nueva etapa en la formación democristiana. Duran quiere dedicar más tiempo a su partido, dejarlo en perfecto estado de revista para cuando él ya no lo presida. Pero hasta entonces, faltan muchos años. Su primera tarea será buscar un secretario general que aparezca como el verdadero número dos de Unió, lo que no significa convertirlo en delfín.

El papel que desempeñe en la nueva Convergència i Unió también es una incógnita. En cualquier caso, sea secretario general o vicepresidente, siempre estará por debajo de Artur Mas, lo que no es del agrado de los democristianos. Por este motivo, en caso de que CiU volviera a ocupar la presidencia de la Generalitat en 2003, Duran Lleida no repetiría en el Gobierno, ni como consejero ni como conseller en cap. Nunca bajo las órdenes de Artur Mas. Y si éste finalmente opta a la presidencia en las próximas autonómicas, Duran desempeñará un discreto papel, se implicará en la campaña pero nunca con el mismo entusiamo que lo hizo con Jordi Pujol en los comicios de 1999. En 2003, Unió no quiere aparecer como el artífice de la victoria ni tampoco como el causante de un batacazo electoral que, en efecto dominó, aniquile las aspiraciones futuras de Duran Lleida.

¿Volverá Duran a presentarse a unas elecciones? Es seguro que no encabezará la lista de CiU por Barcelona. Hace unas semanas, con la mano en el corazón, apareció en las pantallas de televisión confesando su escaso vocación municipalista. Unas imágenes que permanecen grabadas. Otra cuestión sería encabezar la candidatura de CiU en el Congreso, unas elecciones, las generales, que se celebran después de las autonómicas catalanas.