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Reportaje:

Del Lozoya a la farmacia

El madrileño río Lozoya estará en los hospitales de EE UU dentro de pocos días, y en los de toda Europa, antes del fin de 2001. Un hongo encontrado hace 15 años en una charca cercana a su cauce, y bautizado con el poco castizo nombre de Glarea lozoyensis, ha dado lugar a un nuevo medicamento contra las infecciones por hongos -como la candida o el aspergillus- que podría salvar la vida de miles de personas cada año. La Administración sanitaria estadounidense (FDA) autorizó ayer, tras probar su eficacia en animales y humanos, el uso hospitalario del nuevo fármaco, cuyo principio activo es la caspofungina.

'Es una gran esperanza y una revolución absoluta en el tratamiento de las infecciones fúngicas', señala Rosario Vivancos, gerente médico del Centro de Investigación Básica del laboratorio Merck Sharp & Dohme de Madrid, cuyo equipo de científicos descubrió en 1985 el hongo lozoyensis a la vera del río que le da nombre. Este centro se dedica desde hace años a buscar y analizar en la naturaleza aquellos microorganismos cuyas moléculas presentan una actividad farmacológica interesante, y que se convierten, por ello, en candidatos a figurar en las estanterías de las boticas de medio mundo. Es el caso del Glarea lozoyensis: el hongo hallado en Madrid produce una sustancia que, modificada, lo transforma en un arma eficaz contra otros hongos letales.

Las infecciones fúngicas han aumentado en un 300% en los últimos 20 años, según Vivancos. El 80% de ellas corresponde a los hongos candida y aspergillus, organismos que atacan generalmente a personas con un sistema inmunológico debilitado, como enfermos de cáncer sometidos a quimioterapia, enfermos de sida, pacientes con problemas hematológicos o individuos a los que se ha trasplantado algún órgano. Una persona inmunodeprimida que contraiga una infección por candida tiene un 40% de posibilidades de morir a causa del hongo, un porcentaje que asciende hasta el 90% cuando el agente invasor es el aspergillus. Y parte de la culpa de esta mortalidad tan alta, explica Vivancos, la tiene el hecho de que los actuales fármacos antifúngicos son poco eficaces y muy tóxicos para el ser humano.

'El mecanismo de acción del lozoyensis es totalmente nuevo: ataca la pared del hongo, un elemento defensivo sin el cual éste muere y que no tiene ningún equivalente en el organismo humano', afirma la doctora. De modo que el fármaco consigue eliminar definitivamente el foco de la infección (cosa que no ocurría hasta ahora) y, además, no supone un riesgo para la salud del paciente.

La revolución antifúngica llegará a España en los próximos meses, si la Agencia Europea del Medicamento no decide lo contrario. Su origen, cuna y entorno natural, el río Lozoya, entrará así, por méritos propios, en los libros de medicina.

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