Un rival fiero y temible

No es lo que era, pero está entre los cuatro o cinco equipos a los que España sólo puede ganar jugando bien. Yugoslavia, una de las grandes potencias históricas del balonmano, intenta emerger de los escombros de su gloria tras la desmembración del país y su periodo de aislamiento deportivo. El central Jovánovic y el pivote Skrbic son grandes maestros en sus puestos y la calidad media de sus compañeros es alta. Lo que les falta es, sobre todo, conjunción, pero son temibles por su fiereza en los momentos decisivos.

No está Perunícic, quizá el lanzador más terrorífico, quien se ha tomado un descanso para rendir mejor en el Kiel, alemán, el principal adversario del Barcelona en la Copa de Europa. Su sustituto, Lápcevic, está teniendo una eficacia cercana al 60% desde que empezó el Mundial. Y Jovánovic confirmó ayer, frente a Islandia (31-27), que está entre los mejores directores de juego de todos los tiempos. Además, la gran habilidad de Skrbic en la línea de los seis metros se mantiene intacta.

El seleccionador español, César Argilés, estudiaba anoche los antídotos contra la punzante defensa en 3-2-1 que emplean casi siempre los yugoslavos. 'Es obvio que se les debe atacar entre líneas, con salidas del pivote para apoyar los pases y desdoblamientos a doble pivote. Pero hacerlo es mucho más difícil que decirlo', comentó.

También está claro que España tiene hoy un motivo especial para no llegar a los últimos diez minutos con el marcador equilibrado: como si lo llevasen en los genes, los yugoslavos rara vez fallan en esa coyuntura. Por el contrario, se trata de uno de los puntos débiles de la selección española, cuyas cinco medallas (dos de plata y tres de bronce) en cinco años habrían sido más o de mayor valor sin esa lacra.