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Reportaje:EN PORTADA

Tres favores y una penitencia

La desaceleración económica en Estados Unidos penalizará las exportaciones de América Latina, pero el aumento de la liquidez mundial y la depreciación del dólar favorecerán a la zona

En algunos círculos, generalmente poco informados y habitualmente propensos a la alarma, se empieza a ver con preocupación el efecto que la desaceleración de EE UU pueda tener sobre las economías de América Latina, en las cuales la presencia española es de una importancia creciente.

Aunque la cuestión es compleja, podemos distinguir cuatro canales de contagio por los cuales la evolución económica de EE UU impacta sobre América Latina. Uno de ellos tiene un origen real, y los otros tres, un carácter financiero. El impacto real tiene lugar a través de la vía comercial y los financieros se derivan de la evolución de las tasas de interés de la Reserva Federal de EE UU, de las menores necesidades de financiación de la economía americana y de la depreciación del dólar. El canal de transmisión comercial tiene un impacto negativo sobre la región. Una desaceleración de EE UU. provoca un menor crecimiento de sus importaciones y, por tanto, se traduce en un menor ritmo de crecimiento de las exportaciones de América Latina hacia su vecino del Norte.

Pero el resto de los impactos son positivos. El segundo canal es una reducción de las tasas de interés de la Reserva Federal que reduce el coste de financiación de América Latina por dos vías. En primer lugar, por una vía directa, puesto que los tipos de interés domésticos dependen, con un vínculo que es mayor cuanto más rígido sea su tipo de cambio, de la evolución de los tipos de interés norteamericanos. Y en segundo lugar, por una vía indirecta, que es la más importante, porque una bajada de las tasas de interés de EE UU se traduce en una mayor inyección de liquidez internacional y en una reducción de los spreads, o primas de riesgo, que tienen que pagar los países latinoamericanos para cubrir sus necesidades de financiación.

El tercer canal, también financiero, es que una reducción del déficit por cuenta corriente americano, asociada a su desaceleración económica, se traducirá en unos menores flujos de capital del resto del mundo hacia EE UU. Este ahorro podrá ser redirigido hacia los países emergentes, y en particular, hacia América Latina, facilitando su financiación. El último canal es la depreciación del dólar, vinculada a una desaceleración de la economía norteamericana. La correlación de las divisas latinoamericanas con el dólar estadounidense es elevada, por lo que la pérdida del valor del dólar depreciará a las divisas latinoamericanas frente al euro, el yen y el resto de divisas. Por ello, mejorará la competitividad de la región, lo que tendrá un impacto positivo, que será mayor cuanto mayores sean los vínculos comerciales con Europa y otros países distintos a EE UU.

Sólo tiene sentido hablar del 'impacto negativo' de la desaceleración de EE UU sobre América Latina cuando nos referimos al primero de los canales. Pero ¿es cuantitativamente importante? ¿Qué relevancia numérica tiene el resto de los canales? La respuesta no es sencilla debido a la heterogeneidad de la región. Pero los impactos positivos superan al efecto negativo.

El canal comercial

En lo que se refiere al primer canal, en la tabla adjunta se aprecia el posible impacto comercial sobre América Latina de una desaceleración de EE UU en una cuantía de 2,5 puntos, esto es, de un crecimiento del 5% en 2000 a un crecimiento del 2,5% en 2001, el consenso actual del mercado. En el cuadro se supone una elasticidad de las importaciones norteamericanas superior a la unidad, en concreto de 2,4 puntos, lo cual es una sensibilidad relativamente alta y que, por tanto, magnifica el impacto comercial negativo anteriormente mencionado. Con esta elasticidad, la reducción del crecimiento de EE UU en 2,5 puntos se traducirá en una caída de sus importaciones de seis puntos.

Para evaluar el impacto sobre cada uno de los países y, por tanto, sobre el conjunto de la región tenemos que tener en consideración dos factores. En primer lugar, el grado de apertura de las economías, medido por el porcentaje de sus exportaciones sobre su PIB. Una economía muy cerrada al exterior se verá relativamente más aislada de un choque externo como es la desaceleración norteamericana. Y en segundo lugar dependerá de su grado de vinculación comercial con EE UU, medido por el porcentaje de sus exportaciones dirigidas a este país. Un país que comercie fundamentalmente con Europa se verá menos afectado por la desaceleración estadounidense. En la tabla mencionada se presenta el grado de apertura y el grado de vinculación comercial con EE UU de los principales países latinoamericanos, así como el impacto potencial de la desaceleración de dicha economía. Hay países que pueden verse más afectados, como México, cuya economía es relativamente abierta y que comercia fundamentalmente con EE UU. En una situación parecida se halla Venezuela. Sin embargo, para el resto de la región, el impacto comercial es relativamente pequeño y, para alguno de los países, prácticamente insignificante, como es el caso de Argentina o de Brasil. Para el conjunto de la región hemos estimado que una caída de 2,5 puntos de crecimiento norteamericano se traduce en una pérdida de crecimiento de medio punto del PIB. Es decir, una elasticidad en torno a un quinto.

Efectos positivos

Pero, como decía anteriormente, este impacto negativo se va a ver más que compensado por el impacto positivo derivado de los otros tres canales de contagio.

Con respecto al impacto de la reducción de los tipos de interés de la Reserva Federal sobre el coste de financiación de América Latina, nuestras estimaciones sugieren que cada 100 puntos básicos de reducción eleva el crecimiento de América Latina en 0,8 puntos del PIB. La Reserva Federal ya ha recortado los tipos en 50 puntos básicos y el consenso espera que lo haga, al menos, en otros 50. Por ello, el impacto mínimo que podemos esperar de la relajación monetaria de la Reserva Federal es una aportación positiva de 0,8 puntos al crecimiento de Latinoamérica. Es decir, solamente a través de este canal se compensaría el impacto comercial negativo, anteriormente estimado en medio punto. Pero aún quedan dos canales.

En lo que respecta a la reducción del déficit por cuenta corriente de EE UU, con un crecimiento de 2,5 puntos inferior al del año pasado, el desequilibrio exterior se podría cerrar en torno a cuatro décimas. En los últimos años dicho déficit ha absorbido buena parte de los recursos financieros mundiales, multiplicando las entradas netas de fondos por cuatro, desde los 100.000 millones de dólares que entraron en 1992 a los 400 del año 2000. Es decir, EE UU ha actuado como una 'aspiradora' del ahorro mundial. Su menor crecimiento permitirá a los países emergentes disponer de recursos adicionales para financiar el crecimiento. Que la 'aspiradora' frene su ritmo, según nuestros cálculos, podría liberar en torno a 40.000 millones de dólares, buena parte de los cuales podrían ir destinados a financiar a América Latina en lugar de a EE UU, lo que sería un factor positivo adicional que habría que añadir al canal anteriormente citado.

Finalmente, el cuarto canal, -depreciación del dólar- se traduciría en una ganancia de competitividad de todas las divisas latinoamericanas, que sería mayor en aquellos países más vinculados con el dólar, como es el caso de Argentina. Pero también se verían beneficiados aquellos países con un mayor porcentaje de comercio destinado a áreas fuera del dólar y, fundamentalmente, a la Unión Europea (como la propia Argentina o Brasil). Nuestra previsión es que una depreciación del dólar frente al euro de un 5% (por ejemplo, pasar de un dólar/euro de 0,9 a otro de 0,95) genera una ganancia de competitividad del 2% o más, en países como Argentina, Brasil, Chile y Perú, y una ganancia de competitividad más modesta, en torno al 0,5% en países como Colombia, México o Venezuela.

Miguel Sebastián es director del servicio de estudios del BBVA.

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