La ilusión recuperada
Su camino fue largo y tortuoso, pero al final ha logrado realizar el sueño al que aspira toda profesional del tenis: ganar un torneo del Grand Slam. Jennifer Capriati fue una niña prodigio, encumbrada por todos y convertida por los medios de comunicación estadounidenses en la sucesora de la legendaria Chris Evert. Sin embargo, todo aquel mundo de ensueño se le fue hundiendo y su rebeldía la llevó a una situación personal de la que parecía muy difícil salir. Su paso por aquella etapa probablemente la hizo fuerte. Y pienso que sólo pudo salir de ella gracias a la fe que siempre ha tenido en sí misma y en Dios. Tuvo que trabajar muy duramente para recuperar un estado anímico -psicológico y físico- que le permitiera volver a las pistas. Pero lo hizo. Y ahora todo aquello puede haberla fortalecido en todos los aspectos.
Para mí, es fundamental el apoyo que ha tenido de toda su familia [a pesar de que sus padres están separados] para salir adelante. Inició la remontada cuando las relaciones con su padre volvieron a ser fluidas. La presencia de su padre, Stefano, y de su hermano, Steven, en los torneos, tendiéndole la mano, sin exigencias -contrariamente a lo que había ocurrido en el pasado- y con el único objetivo de ayudarla ha sido el pilar en el que Jennifer se ha apoyado.
Ahora vuelve a ser ella misma. Y eso se ha estado notando a lo largo del Open de Australia. Se la ha visto feliz, sin presiones, sintiéndose cómoda y tranquila en la pista. Y todo eso le ha permitido recuperar un tenis que siempre ha tenido latente desde que abandonó el circuito en 1993. Su tenis siempre ha estado ahí. Ya lo demostró con los récords de precocidad que fue atesorando en su primera etapa como jugadora profesional, y con su triunfo en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, cuando tenía solamente 16 años. ¡Hay que ser muy fuerte para lograr eso!
Sus experiencias pasadas le han aportado madurez. Se la ve mayor, más consciente de su situación y de lo que está haciendo. Y todo eso repercute también en el juego. Me he enfrentado a ella varias veces y hemos compartido el doble en algunas ocasiones y siempre la he visto como una jugadora con nivel de top ten. Ahora lo ha demostrado, porque para ganar el Open de Australia ha superado a la número uno del mundo (Martina Hingis), a la dos (Lindsay Davenport) y a la cuatro (Monica Seles). Eso es algo que sólo había logrado Steffi Graf hasta el momento en un grand slam.
Cuando la vi ganar a Seles en tres duros sets, pensé que tenía posibilidades de vencer a Davenport y adjudicarse el torneo. Me alegro por ella. Sé lo que debe suponer para Jennifer haber logrado un título del Grand Slam y dejar definitivamente atrás toda su etapa anterior. Eso era lo más difícil. Cuando ganas tu primer grand slam descubres que puedes alcanzar otros. Pienso que tiene aún un largo trayecto por delante: es muy joven, tiene ilusión y acaba de ver realizado uno de los sueños de su vida.
Arantxa Sánchez Vicario ha ganado cuatro torneos del Grand Slam y ha sido número uno
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