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Greenspan da su espaldarazo a Bush al bendecir su plan para recortar los impuestos

'Hemos tenido una desaceleración muy pronunciada y nuestro crecimiento está probablemente muy próximo a cero en este momento', advirtió Greenspan. Fueron sus comentarios más alarmistas sobre la situación de la primera economía del planeta. La política monetaria, que gobierna los tipos de interés y está en manos de la Reserva Federal, es más rápida y efectiva que la política fiscal a la hora de combatir la recesión, subrayó Greenspan. Y aunque no hizo la menor alusión al instrumento en sus manos, los tipos de interés, entre las líneas de su intervención se vislumbró una próxima bajada. El pasado día 3 la Reserva Federal recortó en medio punto sus tipos para hacer frente a la desaceleración, y muchos analistas creen que volverá a rebajar en un cuarto o medio punto el precio del dólar en su reunión de los próximos martes y miércoles.

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Greenspan, al que el primer presidente Bush culpó de la lenta reacción a la recesión económica que le costó la Casa Blanca, le arrojó ayer un capote al segundo Bush. Con las cautelas que le son habituales, Greenspan declaró ante el comité de presupuestos del Senado que el superávit que conoce EE UU permite cierto margen para una rebaja de la presión fiscal. 'Las previsiones sobre el superávit presupuestario en los próximos años han remodelado nuestras alternativas y oportunidades', dijo con su característico estilo retorcido. 'Los datos más recientes', añadió, 'incrementan de modo significativo la probabilidad de que haya suficientes recursos para hacer dos cosas: reducir la deuda nacional y adoptar políticas para rebajar el superávit'.

Greenspan no apoyó explícitamente el plan de Bush. 'Es una decisión política, sobre la que sería inadecuado que me pronunciara', dijo. Pero al reconocer que hay margen para bajar los impuestos concedió un importante balón de oxígeno al nuevo Gobierno norteamericano. 'En el caso de que la actual debilidad económica se extendiera más allá de lo que ahora parece, tener en marcha un recorte de impuestos podría, de hecho, tener buenas consecuencias', dijo. Hasta ahora, el presidente de la Reserva Federal se oponía a esa propuesta y sostenía que el superávit presupuestario debe dedicarse a pagar la deuda nacional. Ayer sostuvo que es posible hacer las dos cosas. Pero aconsejó que EE UU se dote de un mecanismo para congelar los recortes de impuestos si se comprueba que las previsiones sobre superávit presupuestario son demasiado optimistas. Según los últimos cálculos efectuados por el Gobierno de Clinton, EE UU dispondrá a lo largo de los próximos diez años de un total de cinco billones de dólares de superávit, de los cuales la mitad corresponden al intocable sistema público de pensiones (Social Security).

A lo que sí se opuso firmemente Greenspan ante el Congreso fue a un incremento del gasto público. Subrayó que es muy difícil para un Gobierno anular programas de gasto cuando llegan las vacas flacas. 'Es mucho mejor, en mi opinión, que el superávit sea reducido con recortes de impuestos que con incrementos del gasto', dijo.

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Mensaje a los demócratas

Fue un mensaje destinado a los demócratas, una invitación a que continúen adoptando la filosofía contraria al Big Government que lo resuelve todo de la presidencia más bien centrista de Clinton. Aunque se opone a la amplitud del recorte defendido por Bush, el Partido Demócrata acepta que, dados los signos de desaceleración de la principal economía del planeta, puede ser necesario inyectar dinero en la inversión y el consumo a través de un recorte de impuestos. La Casa Blanca y los líderes de los dos partidos en el Congreso señalaron ayer que existe un terreno para la negociación entre la propuesta de Bush, las recomendaciones de Greenspan y la actitud del Partido Demócrata.

Greenspan fue escéptico sobre el uso del recorte de impuestos como instrumento rápido de reactivación de la economía. Recordó que el presidente republicano Gerald Ford impulsó en 1975 una rebaja de las retenciones fiscales, pero cuando comenzó a aplicarse, cuatro meses después, 'la recesión había terminado'. Greenspan era el jefe de los asesores económicos de la Casa Blanca de Ford, donde coincidió con el vicepresidente Dick Cheney y el secretario del Tesoro Paul O'Neill.

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