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Un sector de ERC presentará una enmienda a la totalidad para limitar el poder de la dirección ante futuros pactos

El 23º congreso de Esquerra Republicana (ERC), previsto para el 17 y 18 de marzo, puede que no se celebre en el ambiente de unanimidad previsto por la dirección. Un grupo de militantes de base ha acordado presentar una enmienda a la totalidad en la ponencia política para situar el partido inequívocamente en el campo de la izquierda y evitar que la dirección tenga un 'cheque en blanco' a la hora de abordar eventuales alianzas políticas en un futuro.

El principal promotor de la enmienda a la totalidad es Josep Pinyol, un militante de Cornellà (Baix Llobregat) que en la última conferencia nacional del partido, celebrada en Manresa (Bages) el pasado julio, puso contra las cuerdas a la dirección al oponerse a la propuesta de ofrecer una colaboración de Gobierno a Convergència i Unió (CiU). Esta opción fue desdeñada posteriormente por Jordi Pujol, pero la enmienda a la totalidad de Pinyol obtuvo un éxito inesperado en Manresa: sus tesis fueron respaldadas por el 34% de los votos, pese a no contar con el apoyo de ningún miembro destacado de la dirección.

Aquel resultado le ha animado a presentar la enmienda a la totalidad tirando del mismo hilo argumental que en Manresa. Pinyol, que fue militante socialista en los años setenta y después estrecho colaborador del hoy vicesecretario general de ERC Carles Bonet, ha redactado ya un borrador de su texto alternativo, que ha empezado a circular entre los militantes. En cualquier caso, confirmó a este diario que la decisión de presentar la enmienda a la totalidad ya está tomada y que incorporará aportaciones de otros militantes. La fecha límite para presentarla es el 5 de febrero.

El funcionamiento asambleario de los congresos de Esquerra favorecen las expectativas de iniciativas como la de Pinyol. Los cónclaves de ERC no tienen delegados, sino que todos los militantes al corriente de pago que lo deseen pueden asistir al congreso con voz y voto. Las posibilidades de que la enmienda de Pinyol prospere son, no obstante, prácticamente nulas. En esta ocasión, además, el aparato ha logrado imponer por primera vez, esgrimiendo razones logísticas, la necesidad de preinscribirse con dos semanas de antelación como condición para asistir al congreso.

Esta enmienda a la totalidad será la primera que se presenta en un congreso de Esquerra en la etapa dirigida por Josep Lluís Carod, quien tomó las riendas del partido en el 21º congreso, celebrado en Vilafranca del Penedès (Garraf) en 1996, poco después de la traumática escisión protagonizada por Àngel Colom y Pilar Rahola.

El grupo de militantes de base que participa en la redacción de la enmienda coordinada por Pinyol no está organizado, aunque sus miembros más activos no descartan convertirse próximamente en una corriente. Estos militantes coinciden en censurar lo que consideran 'zigzagueos tácticos de la dirección' -que pasó de la equidistancia a ofrecer un pacto de Gobierno a Pujol para volver después a la equidistancia- y sostienen que la línea del partido es demasiado institucional.

El documento alternativo a la ponencia oficial que debatirá el congreso pretende evitar que la dirección disponga de un 'cheque en blanco' ante eventuales pactos en un futuro y propone acotar el margen de maniobra de la cúpula fijando las condiciones irrenunciables ante cualquier acuerdo de Gobierno. El texto advierte de que Esquerra corre el peligro de convertirse en un partido más del sistema, rechaza el papel de bisagra -que pueda pactar indistintamente a derecha e izquierda- y reclama un programa más rupturista.

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