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Reportaje:

Otelo, una 'caída' hacia el cielo

El estreno de la obra de Shakespeare en versión de García Montero congrega al mundo del teatro en Sevilla

Margot Molina

'El tiempo no aclara la piel, pero puede oscurecer las virtudes'. Con estas palabras que el Magnífico pronuncia en el primer acto de Otelo, el moro, el público se preparó el pasado martes para asistir a la caída de un héroe. Pero mientras más se hundía el ingenuo de Otelo, más crecía sobre el escenario Juan Manuel Lara, el actor que le dará vida al moro hasta el 18 de febrero en el teatro Central de Sevilla.

El estreno de la obra de Shakespeare, que el poeta granadino Luis García Montero acercó a nuestra época, ha levantado aún más expectación de la que habitualmente tienen las producciones del Centro Andaluz de Teatro (CAT) debido, entre otras cosas, a una huelga que lo ha retrasado seis días. El estreno del montaje, que dirige Emilio Hernández, estaba previsto para el día 17, pero una huelga de técnicos y personal de la empresa pública que gestiona el teatro lo ha retrasado seis días.

'Las dificultades, ya se sabe, avivan el deseo. Todos estábamos deseosos de asistir al estreno pero, como pasa con las cosas que alguien prohíbe, luego tienen más público', comentaba un espectador poco antes de apagarse la luz en un patio de butacas lleno, en su mayoría, de gente del teatro. El sonido ensordecedor de un rompeolas, seguramente el mismo que acompaña el desembarco de tantas pateras en las costas andaluzas, fue el preludio perfecto de una obra en la que su director, Emilio Hernández, ha querido conjurar muchos de los males de nuestra época. Racismo, miedo a la diferencia, violencia contra la mujer, feminismo y, por encima de todo, celos. Claves que se encuentran en el texto de Shakespeare y que García Montero ha sabido actualizar.

'Hay un trabajo de actores estupendo, defienden muy bien el texto. Creo que se consigue ese equilibrio entre claridad e intensidad lírica que yo pretendía', comentó el poeta granadino después del estreno al que acudió también su hija Irene.

'Las imágenes son, a veces, demasiado obvias y no dejan al espectador fabular a través del texto', aseguraba un teatrero a quien los desnudos de Desdémona (Irene Pozo) y Otelo, o la escena en la que Yago sodomiza a Rodrigo, no le cuadraban en el montaje.

'¿Tengo yo la culpa de que la política se parezca tanto a los infiernos?' Así intentaba justificar su maldad Yago (Antonio Garrido), quien a pesar de ser un redomado traidor se ganó los aplausos del público. Lo que no sabía Yago-Garrido -se lo ocultaban los focos- es que justo delante de él se sentaban las consejera de Justicia, Carmen Hermosín; de Educación, Cándida Martínez, la directora general de Fomento y Promoción Cultural, Elena Angulo y algunos políticos más.

'Me parece un montaje sencillo, mordaz y agudo.Los actores han ido in crescendo, especialmente Otelo y Yago', afirmó el coreógrafo y bailarín José Antonio, director de la Compañía Andaluza de Danza. Para Juan Víctor Rodríguez Yagüe, director del teatro Lope de Vega, lo mejor fue 'la versión, muy clara, que presenta una obra de completa actualidad'.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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