Deportista de élite

Manuel de Novales y José María Ponce de León son dos jóvenes sevillanos (22 y 21 años, respectivamente) de familia campera y tradición cazadora. No hace aún dos años decidieron tomarse en serio su afición a la caza con galgos y se inscribieron en la federación española de esta antigua aunque poco conocida práctica deportiva. Un coto en Osuna (Sevilla) como sede, unos 50 perros y el buen olfato que da la costumbre de cazar eran su único patrimonio hasta el pasado fin de semana.

Desde el sábado, su tesoro se llama Clamores, es un galgo macho nacido en abril de 1998 y les ha convertido en vencedores del LXIII Campeonato de España (Copa del Rey) de Galgo en Campo, celebrado en Medina del Campo (Valladolid) en el que han competido los 16 mejores animales de la especialidad durante dos semanas. A la final asistieron más de 10.000 espectadores. 'La gente se sorprendería si supiera cuántos aficionados tiene este deporte', asegura Manuel.

Clamores llena de orgullo a sus jóvenes propietarios. 'Esto es lo máximo. Para nosotros es como ganar la Copa del Rey de fútbol. El campeonato tiene la misma categoría', dicen satisfechos. 'Es el primer macho que gana en los últimos 10 años', explica José María, 'las hembras suelen dar mejor resultado'.

El campeón lleva tres meses de competición, desde el inicio de la fase regional, en noviembre. Cada eliminatoria, a tres carreras, enfrenta a dos perros que compiten por alcanzar y matar a una liebre. En cada carrera, además de quién la caza primero, se valora la velocidad de salida, la trayectoria que sigan (siempre tras la presa), los adelantamientos y la resistencia física.

Para afrontar una temporada corta, pero exigente, los galgos entrenan desde agosto. 'Unos 18 kilómetros diarios. Pero sólo cazan a partir de octubre. Cuando se levanta la veda y para que no se quemen', dice José María. Manuel añade, como si hablara de un deportista de élite: 'Hace un mes bajamos a 9 kilómetros diarios y lo traímos a Madrid para que se aclimatara'.

'Ha sido una gran sorpresa que ganara un perro de gente tan joven como nosotros', dice Manuel, muy contento por haber deshecho el empate a ocho victorias con Toledo tras la victoria frente a la hembra manchega Pólvora.

Antes de disputar la final, el sábado por la mañana, ya les habían ofrecido dos millones de pesetas por el perro. 'Pero nosotros ni vendemos ni lo apareamos', afirma rotundo José María, pese a que cada apareamiento puede valer unas 150.000 pesetas. Manuel, muy competitivo, concluye: 'Sus hijos los criaremos nosotros. No vamos a darle ventaja a los rivales'.

Las crías de Clamores son las que más esperanzas dan a esta pareja de campeones. 'Es muy difícil que un mismo perro gane dos veces el campeonato. Según compiten, se ensucian, aprenden a cazar, recortan las trayectorias y cogen vicios. Pueden ser descalificados por eso', explican. 'Sería un desprestigio presentar al campeón para que lo eliminen rápido. Buscaremos uno mejor'.

Lo que ya tienen seguro son los trofeos. Y son muchos: Corbata y manta para el perro, Copa del Rey para los propietarios, y hasta seis premios más de federaciones y autoridades locales. 'Es que en Medina son muy aficionados. El sábado nos trataban como si fuéramos dioses', recuerda Manuel. La celebración, como mandan los cánones, acabó de madrugada. Clamores, gran profesional, ya descansaba en Madrid, alejado de los aficionados que le buscaban para hacerse fotos con él y, quién sabe, pedirle autógrafos.