Apagón californiano

Los apagones en California, la cuna de Silicon Valley y de gran parte de la tecnología informática, han demostrado el fracaso de un modelo de liberalización del sector eléctrico que ha sido incapaz de garantizar el suministro de energía. Es más, en la última década, la capacidad eléctrica del Estado puntero de EE UU ha quedado estancada, pese a que la demanda ha aumentado en torno a un 50%. Sin embargo, lo que está sucediendo en California, un mal ejemplo sin duda, no debe llevar a condenar en abstracto las liberalizaciones que se han llevado a cabo en 26 economías del mundo (entendiendo por tales algunos Estados de EE UU) y que en general han funcionado.

¿Qué es lo que ha fallado en la desregulación del sector en California? En primer lugar, se hizo en unas condiciones de falta de capacidad de suministro, derivadas en cierta medida de las restricciones medioambientales a la construcción de nuevas centrales. También se ha producido en los últimos años una pavorosa desinversión en infraestructuras básicas en casi todos los órdenes. El ejemplo de California demuestra también que un buen sector privado necesita un buen sector público. La limitación de los precios finales a los consumidores ha llevado finalmente casi a la bancarrota a las empresas distribuidoras. Las empresas productoras y distribuidoras aceptaron los límites tarifarios a cambio de embolsarse unos costes de transición a la competencia (CTC) sin relación alguna con la realidad del mercado. Poco o nada de esos CTC se ha invertido en nueva capacidad de producción, lo que ha conducido al sector a una situación de quiebra en la que ni siquiera puede pagar suministros externos.

Éste va a ser uno de los problemas inmediatos con los que se tiene que enfrentar no sólo la Administración de California -que ha tenido que intervenir y declarar una situación de emergencia-, sino el recién estrenado presidente Bush. Varios son los Estados de EE UU que se están replanteando sus procesos de desregulación eléctrica. Sin embargo, los apagones en California no han llevado a ninguno de los dos grandes partidos, republicano y demócrata, a pedir que se vuelva a una regularización del sector. De lo que se está hablando es de potenciar fuentes alternativas de energía, de acomodar más a las posibilidades de las empresas las medidas medioambientales y de buscar un sistema de precios más acorde con el mercado.

De California se pueden sacar algunas lecciones para España. En nuestro país, la desregulación se ha hecho en una situación de exceso de capacidad, pero, en un mercado mucho más aislado que el californiano -interconectado a las redes de otros Estados-, ese exceso no está garantizado a largo plazo, por lo que sería deseable que los responsables del sector comenzaran a poner en práctica políticas de previsión. De otro modo, la experiencia californiana podría repetirse en España en el plazo de un lustro, con los consiguientes efectos negativos para la economía y los consumidores.