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La UE se arriesga a la frustración de sus vecinos del Este tras la ampliación

Al seminario, auspiciado por la Fundación Bertelsmann, asistieron muchos políticos, entre ellos el presidente y el ex presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi y Jacques Delors, respectivamente.

Los políticos alemanes parecen haber encontrado una fórmula para aparcar el debate entre los partidarios de una posición clara sobre las futuras fronteras orientales de la UE y los de mantener la ambigüedad para evitar decepciones. La postura, defendida por altos representantes alemanes en los debates cerrados del seminario, consistió en establecer dos niveles. En uno están los aspectos filosóficos, culturales y geográficos de ser 'parte de Europa', y en otro, 'la capacidad de la UE de ampliarse con nuevos Estados'.

Lo que se debate hoy, aseguran, es la capacidad de ampliación de la UE, la capacidad de este organismo de integrar nuevos Estados y de crear un nuevo concepto de solidaridad entre ellos. Los problemas que se plantean para la cohesión de una UE ampliada son de tal envergadura que limitan las energías para la cooperación con los que se quedan fuera. Varios oradores alemanes de alto nivel señalaron que se debe dar contenido a las estrategias europeas existentes para colaborar con Rusia y Ucrania y no tratar de inventarse nuevas fórmulas. A lo sumo, la UE puede ofrecer estrategias de buena vecindad.

Los profesores Werner Weidenfeld y Josef Janning, que elaboraron la ponencia básica del seminario, consideran que se debe desarrollar una red estable y amplia de cooperación y de asociaciones para los que no pueden incorporarse a la UE en el futuro próximo. Uno de los principales problemas de la vecindad europea son las crecientes asimetrías políticas, económicas y sociales que se están dando en sus fronteras. 'La ampliación al Este amenaza con reforzar esta divergencia. El desfase en la modernización será la futura línea divisoria en el continente', señalan Weidenfeld y Janning, refiriéndose al campo económico y social. El canciller alemán, Gerhard Schröder, y otros oradores subrayaron que no quieren crear un 'nuevo telón de acero' en Europa.

Sin embargo, el reforzamiento del espacio de seguridad y justicia común y las presiones sobre los futuros miembros para que se adecuen a los criterios de Schengen crean murallas ante quienes tratan de conseguir visados en Kiev o en Moscú. El presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, y el político liberal ruso Gregori Yavlinski expresaron las frustraciones de sus conciudadanos. Kuchma abogó para que se dé a Ucrania una perspectiva de integración en Europa como la de Turquía. Alemania acoge positivamente 'la orientación occidental de Ucrania' y reconoce sus 'esfuerzos orientados hacia Europa'. Kiev, sin embargo, ha perdido posiciones en Berlín. En parte por el estancamiento de la reforma económica y en parte porque la desaparición del periodista Georgi Gongagze provoca desconfianza hacia Kuchma.

Hasta Polonia, que ha sido la gran defensora de la vocación europea de sus vecinos orientales, parece haberse ajustado a las tesis alemanas. En Berlín, el ministro de exteriores polaco, Wladyslav Bartoszewski, dijo que 'la integración de países como Ucrania, Bielorrusia y Moldova sería posible teóricamente', pero 'en vista de las estrechas relaciones políticas y económicas con Rusia es difícil de realizar sin alterar el equilibrio geopolítico de todo el continente euroasiático'. Por su parte, Joschka Fischer, ministro de Asuntos Exteriores alemán, sostuvo que la ampliación de la UE no es un bien en sí mismo y sólo tiene sentido si fortalece la capacidad de acción del conjunto.

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