Rodríguez Zapatero, un candidato 'fuera de peligro'
El secretario general del PSOE pasa la reválida del Comité Federal y logra normalizar las relaciones con Felipe González
José Luis Rodríguez Zapatero es el primer dirigente del PSOE que ha conseguido superar la dura zona de tiro al blanco a la que el propio partido ha venido sometiendo a sus sucesivos candidatos y secretarios generales desde el abandono de Felipe González, en 1997. Prácticamente todos los sectores del partido socialista consideran ahora que ha pasado la etapa más difícil y que se encuentra 'fuera de peligro', símil médico utilizado por uno de sus antiguos oponentes.
Zapatero, que llegó a la secretaría general en julio de 2000, ha logrado en las últimas semanas dos cosas importantes desde el punto de vista interno: que el Comité Federal de su partido (un 68% de cuyos 247 integrantes han sido elegidos en los últimos diez meses) respalde su propuesta de 'cambio tranquilo' y encontrar un marco para 'institucionalizar' las relaciones del PSOE con Felipe González.
Nada de esto hubiera sido posible si al mismo tiempo los sondeos de popularidad no mostraran una rápida y excelente acogida del nuevo dirigente socialista, superior incluso a la calculada por los propios interesados.
'Es un buen momento para dejar establecida la autonomía de una nueva dirección', estima un antiguo dirigente del partido, quien señala, sin embargo, que la popularidad externa, pese a ser muy necesaria, no es suficiente.
'Todos sabemos, y él es el primero que lo dice, que la opinión pública puede ser muy variable. Zapatero ha logrado superar problemas que sus antecesores no pudieron afrontar', explica este antiguo dirigente, 'porque el PSOE se ha dado cuenta, por fin y tras el batacazo de las últimas elecciones, de que no podía continuar así y de que Rodríguez Zapatero era su mejor oportunidad'.
Este convencimiento, y la habilidad que están demostrando Zapatero y su equipo para 'romper sin romper', según la expresión de uno de los dirigentes más clásicos del partido, son los dos motivos por lo que puede darse por consolidado al nuevo secretario general.
'Zapatero, por ejemplo, ha logrado algo que era muy importante en el PSOE: normalizar sus relaciones y las de la nueva ejecutiva con Felipe González', asegura un veterano socialista.
La idea es 'institucionalizar' esas relaciones, fundamentalmente a través de la fundación Progreso Global, que creó Felipe González, y que ha languidecido últimamente. La nueva ejecutiva socialista ha decidido dar a Progreso Global más medios y funciones, lo que no quiere decir que suprima la fundación Pablo Iglesias, que dirige Alfonso Guerra, pero sí que dará a esta otra entidad el papel predominante.
'Es la forma de canalizar la experiencia, energía y contactos de González. Convertir la fundación Progreso Global en el think-tank socialista', asegura un miembro de la ejecutiva. Además, Zapatero ha promovido a Alfredo Pérez Rubalcaba, muy próximo a Felipe González, como presidente ejecutivo de la fundación.
La mayor dificultad, y las mayores críticas internas, para la consolidación de Zapatero al frente del PSOE ha venido de su 'blandura'. El nuevo secretario general presentaba, a los ojos de algunos de los más curtidos políticos socialistas, un flanco débil: su manera poco enérgica de hacer oposición. Ésta fue la primera crítica que se lanzó a la palestra y coincidió, además, con la iniciativa de Rodríguez Zapatero de proponer al Gobierno del PP un pacto antiterrorista.
'El buen resultado de aquella iniciativa, pese a todas las críticas que provocó, y el hecho de que el pacto no haya perjudicado la imagen socialista, sino que, bien al contrario, haya ayudado a dar estatura al propio Zapatero, ha sido un elemento decisivo para ir acallando esas voces', asegura un miembro del Comité Federal.
La iniciativa del pacto antiterrorista -y su negativa a impulsar propuestas de diálogo con Xabier Arzalluz mientras que el PNV no realice los 'gestos' que le ha reclamado- han tenido también el efecto añadido de ir creando en los amplios medios burocráticos del PSOE (y de los socialistas catalanes) la idea de que Rodríguez Zapatero pretende desarrollar una línea política autónoma. De momento, la mayoría de los dirigentes socialistas afirman que es demasiado pronto para saber si existe realmente esa línea política autónoma y prontísimo para poder valorarla.
El nuevo secretario general, que es desde hace años un ávido lector de ciencia política, ha enviado algunos mensajes en este sentido, pero a algunos sectores de su partido le parecen insuficientes. Zapatero está convencido, por ejemplo, de que los ciudadanos están hartos de estridencias y que exigen que los políticos, no sólo en el Gobierno sino también en la oposición, sean capaces de resolver problemas. Algo que, evidentemente, cree que no ha hecho el PSOE en los últimos años.
Zapatero es uno de los dirigentes socialistas que leyó -y relee- con más atención una gran encuesta que encargó su partido a finales de los 90 sobre la imagen del PSOE y de sus dirigentes y sobre los usos del partido que más irritaban al conjunto de los ciudadanos.
Tal vez de esta lectura han salido los dos lemas o 'conjuros' a los que más alude: Cambio Tranquilo y Oposicion Útil. Y cuando en el último Comité Federal un orador afirmó que quizás había llegado el momento de 'apretar', Zapatero informó de que, bien al contrario, está completamente decidido a conseguir que el Gobierno acepte un nuevo pacto, esta vez sobre la inmigración. La propuesta fue aceptada por unanimidad.
'Debo reconocer que Zapatero tiene una virtud: intenta convencer y transmitir la impresión de que está absolutamente convencido de lo que dice, que se lo cree. Y me convenció a mí mismo de que es necesario ofrecer ese pacto al Gobierno. Veremos si es capaz de transmitir esas dos virtudes si se reaviva la guerra por el reparto interno de poder y en el primer debate sobre el Estado de la nación al que tenga que acudir', bromea un asistente al Comité.
Los militantes socialistas recuerdan con angustia el debate sobre el Estado de la Nación que protagonizó el entonces candidato José Borrell, que supuso el inicio de su caída y que dio alas a sus detractores internos para lanzarse al ataque.
'Las circunstancias son ahora muy distintas', asegura un miembro de la nueva ejecutiva. Primero, 'porque es muy probable que el presidente Aznar no convoque ese debate antes de finales de la primavera, lo que significa que tenemos bastante tiempo. Y segundo, porque José Luis ya se ha enfrentado a Aznar en el Congreso en varias ocasiones y no encara ese primer gran debate como algo decisivo. Él no cree, como creyó Borrell, que el debate sobre el Estado de la Nación pueda significar un vuelco en la situación política. Le preocupan más las elecciones gallegas y vascas'.
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