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Tres semanas de subidas

Los datos de Estados Unidos no impiden a la Bolsa acumular una ganancia del 9,28%

La atención de inversores y analistas se ha concentrado totalmente en los datos económicos de Estados Unidos, de los que esta semana ofrecía un buen repertorio. Los mercados, más que nunca, han llegado a una situación en la que la posible evolución de los tipos de interés se impone a cualquier otro criterio, de ahí que los indicadores económicos de los que dependen las decisiones de la Reserva Federal hayan cobrado una importancia capital y sean objeto de las más variadas interpretaciones.

Las previsiones de los analistas para esta primera parte del año dependen en su totalidad de esos indicadores económicos y, a juzgar por los resultados de esta semana, parece que todavía no se pueden sacar conclusiones.

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Cambio radical.

La inquietud de los inversores por lo que sucede en Estados Unidos se debe al giro radical que ha dado la Reserva Federal respecto de sus objetivos, al pasar su atención de los precios al consumo a la actividad económica. Hasta ahora los analistas lo tenían relativamente fácil pues sólo debían detectar tonos inflacionistas en los indicadores económicos, mientras que desde la reciente bajada de los tipos de interés hay que interpretar los datos de coyuntura según contribuyan, o no, a atenuar o acelerar el enfriamiento económico, puesto que en el fondo lo que está en juego es la posibilidad de que la economía de Estados Unidos entre en recesión.

El primer dato importante a que hubo que hacer frente fue el del IPC de diciembre, que con un incremento del 0,2% situaba la tasa anual de inflación en el 4,3%, la más alta de la década, pero dentro de las expectativas, y es que también en eso hay que afinar mucho, porque los datos correspondientes al último trimestre del año pasado están descontados, pero en algún momento podrían resultar peor de lo previsto.

Difícil decisión.

Tras conocerse el dato de inflación del año 2000, las bolsas estadounidenses registraron un buen avance, al considerar los inversores que un dato ya descontado no añade presión y, por tanto, permite un cierto relajamiento monetario, que es lo que más desean en estos momentos los mercados.

El problema no es tan sencillo, puesto que ese 4,3% de inflación equivale a otros que se dieron en tiempos de recesión y, en ese mismo día, se hacía público el índice de uitlización de la capacidad industrial, con un descenso en diciembre hasta el 80,6%, frente al 81,4% de noviembre. La producción industrial bajó el 1,1% en el cuarto trimestre y las ventas industriales el 0,6%, es decir, todos los datos confirman el enfriamiento económico y llevan a pedir nuevos descensos en los tipos de interés, que es la postura más favorable a los interses de los inversores, pero la inflación está muy alta y la decisión de la OPEP de recortar en 1,5 millones de barriles diarios la producción de petróleo no va a ayudar a bajar los precios.

Resultados.

Los inversores también esperaban con inquietud la publicación de los resultados empresariales en Estados

Unidos, sobre todo los correspondientes a las grandes empresas. El consenso apunta hacia una media del 14% en los beneficios empresariales, para la media del índice SP500, pero en los últimos días se había advertido sobre la posibilidad de que se produzcan revisiones a la baja.

Hasta el momento, los resultados apuntan hacia cierto equilibrio que podría llevar a cumplir los onjetivos, pero con diferencias notables que están provocando numerosos altibajos en la bolsa. Así, en algunas sesiones de esta semana se ha reporducido el pulso entre la nueva y la vieja economía, con descensos en el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York e importantes avances en el mercado Nasdaq, cuyos componentes serían los principales beneficiarios de una supuesta bajada de los tipos de interés.

Por el momento, algunos de los grandes bancos, las sociedades des sector de automoción y Boeing han presentado resultados a la baja, pero el indicador más preocupante, por más actualizado, llegó en la tarde del jueves.

La Reserva Federal de Filadelfia hizo público su índice de actividad correspondiente al mes de enero, que suele servir como un avance de situación. Este índice cayó el 36,8%, frente al 4,8% que bajó en diciembre, lo que supone una desaleración importante, en caso de que cifras posteriores la confirmen.

El BCE repite.

La coyuntura está favoreciendo los intereses europeos, aunque las bolsas no consigan reflejarla debido al efecto de la globalización que registran los mercados financieros.

El BCE mantuvo los tipos de interés en el 4,75% en su primera reunión de este ejercicio, basándose en la recuperación del euro y en el descenso de los precios del petróleo, aunque la evolución de esta última variable, el petróleo, puede que no mantenga su tendencia a la baja durante mucho tiempo más y la recuperación del euro vaya a suponer un freno para las empresas exportadoras.

Las expectativas de una reducción importante en el diferencial de crecimiento entre la UE y Estados Unidos pueden empezar a cumplirse, pero las bolsas no se han hecho eco de esa posibilidad, que los analistas sitúan en la segunda parte del ejercicio. Estos mismos analistas esperan que la evolución del euro se mantenga y que en el transcurso del año pueda alcanzar la paridad con el dólar, lo que podría generar más problemas al centrar todo el peso de la actividad en la demanda interna.

Ciclo positivo.

Con todo, la bolsa española está manteniendo un comportamiento aceptable en esta primera parte del año, con un avance acumulado del 9,28% en el Ibex 35 que la sitúa a la cabeza de todos los mercados, con la excepción de Nasdaq.

El comportamiento de unos cuantos valores aislados, sobre todo las sociedades tecnológicas que han seguido la trayectoria del mercado Nasdaq, de Telefónica y de los bancos han favorecido ese avance en solitario de la bolsa española, aunque contando también con una aportación más modesta de los valores de segunda fila.

Déficit decreciente.

Ya en la última sesión se publicó el dato del déficit comercial de Estados Unidos correspondiente al mes de noviembre, con un descenso del 1,7%. Este descenso es el segundo consecutivo y los analistas se apresuraron a añadir que es la primera vez en los tres últimos años que sucede esto. Como no podía ser menos, hubo interpretaciones para todos los gustos y en esta ocasión los inversores decidieron que ese descenso del déficit era otra señal de descenso de la actividad económica y decidieron vender, provocando importantes descensos en la bolsa.

Más de lo mismo.

En los días que quedan de este mes, y posiblemente en los siguientes, la atención no va a poder despegarse de los datos económicos de Estados Unidos, o lo que es lo mismo, de la posible evolución de los tipos de interés para atenuar el enfriamiento económico.

En los últimos días del mes se conocerá el dato del PIB de Estados Unidos para el conjunto del año, coincidiendo con la reunión de la Reserva Federal, en la que a la vista de ese dato, y los que se publiquen previamente, tendrá que decidir si relaja un poco más su política monetaria. Algunos analistas esperan una nueva reducción, esta vez de un cuarto de punto, hasta el 5,75%, lo que favorecería un poco más al euro.

Hidrocantábrico

La cotización de las acciones de Hidroeléctrica del Cantábrico han subido en esta semana el 12,31%, hasta llegar a los 22,35 euros, 3,35 por encima del precio ofrecido en la OPA lanzada por Ferroatlántica. Con esta subida, el mercado parece darle la espalda a esa oferta que ha llegado acompañada de polémica al ser inferior a otras presentadas con anterioridad (21,25 euros por acción ofreció TXU y 24 euros pagaba Unión Fenosa) y ser rechazada de plano por el consejo de administración. Para los inversores, parece evidente que esta última oferta tan sólo pretende llamar la atención de otros competidores y forzarles a presentar sus ofertas, ya que las acciones de Hidroeléctrica del Cantábrico se han mantenido a lo largo de los últimos meses en torno a ese precio e incluso por encima. La polémica, que incluye un inesperado incremento en el volumen negociado justo un día antes de lanzarse la OPA, coincide con el momento cumbre del proceso de fusión entre Endesa e Iberdrola, que puede cambiar para siempre el mapa eléctrico español.

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