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Reportaje:Adopción polémica

Diego, tres madres y un hospicio

Francisco Peregil

La dramática historia de un niño que a la semana de nacer fue internado en un hospicio porque su madre padecía una enfermedad mental; a los cuatro meses, entregado en régimen de preadopción a un matrimonio; a los 21 meses, acogido por su tía; y ahora, a los dos años, devuelto de nuevo al orfanato. Su futuro queda en manos de los jueces.

Con sólo dos años de vida, Diego, el hijo de Margarita Bernal, ha conocido ya a tres mujeres a las que llamaba mami y a tres hombres a los que les decía papá. Su futuro ahora se encuentra en manos de los magistrados del Tribunal Constitucional.

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Esta semana, María Antonia Bernal, hermana de su madre biológica, renunció a la custodia por desavenencias con Margarita. Así que el niño, después de 24 meses de trasiego, ha ido a parar a lo que la Junta de Castilla y León denomina 'Centro de Acogida Los Charros' y sus antiguos padres adoptivos llaman orfanato, ubicado en Salamanca. En todos los sitios por donde ha pasado Diego, las sentencias judiciales han dejado un rastro de lágrimas.

La madre biológica, Margarita Bernal, lo reclama para ella. Los padres que lo acogieron durante 17 meses en régimen de preadopción, los sorianos Raquel Gómez y Carlos de Francisco, después de haber intentado lo imposible por retenerlo, aún no renuncian a él y han interpuesto un recurso de amparo en el Constitucional. A María Antonia Bernal, Marian, hermana de Margarita, le gustaría que el niño volviese algún día a sus brazos. Y la Junta de Castilla y León, responsable en la actualidad de la tutela del chiquillo, asegura que ha interpuesto también una demanda ante el Constitucional para que Diego no tenga que vivir en Los Charros. Pero, de ganar la demanda, ¿a qué casa entregarían los funcionarios de la Junta a Diego? ¿A la de los padres preadoptivos en el municipio de El Royo (Soria), cuyo domicilio conoce perfectamente la madre biológica y adonde no cesaría de acudir para reclamar a su hijo? ¿Al hogar de Marga? ¿A la casa que Margarita comparte en Salamanca con Luis Lucas, el padre biológico del niño, también enfermo mental? Cada uno de ellos aporta sus razones y cada uno parece llevar parte de razón.

El discurso de la madre, a pesar de su trastorno psiquiátrico, suena coherente: 'Tendré mis faltas y mis defectos, pero calidad de madre tengo mucha. Nadie lo quiere más que yo. Y si alguien me prepara puedo cuidar a mi hijo. Al menos, que me den la oportunidad'.

'Que se la den, claro, que se la den y que una asistenta social haga el seguimiento', dice su tía, Margarita Sánchez, desde Valencia. 'Mi sobrina ha sufrido como nadie. A la semana de nacer el niño se lo quitaron de los brazos y lo llevaron a un centro. Tiene derecho a una oportunidad'.

'Mi hermana no está haciendo votos para contar con esa oportunidad', señala Marian.

Marian, hermana de Margarita, declaraba el jueves a EL PAÍS: 'Estamos pasando un verdadero duelo en mi casa. El nombre de Diego revolotea todavía por esta casa. Y tardaremos en olvidarlo. Han sido dos o tres meses en los que el niño nos ha conquistado a todos. A mi compañero, a mi hijo Alberto, a mí, a todos nos tenía encantado. Y, sin embargo, he tenido que tirar la toalla y dejarlo en un centro de menores. No quiero airear escenas. Yo podría salir en televisión llorando y diciendo cosas de mi hermana, como hace ella de mí, pero asumo que todo esto viene provocado por su enfermedad. He dado este paso para que el niño no siguiera presenciando escenas insufribles. Ha tenido que ver a la policía varias veces en esta casa. Y eso no es bueno para un niño. Margarita quería que yo le dejara sacar a Diego a la calle con ella sola. Pero yo no estaba autorizada. Y le decía a ella: 'Cuando tú me traigas un papel del juez o de la Junta autorizándome, yo te dejo. Mientras tanto disfruta del niño aquí, juega con él. En el centro te restringían las visitas a una hora. Aquí puedes quedarte las que quieras, dos o tres, las que quieras'. Pero ella no se conformaba con nada'.

Margarita, ante ese argumento, arguye: 'Yo le decía a mi hermana: 'Marian, que hace un día estupendo, déjame salir con Diego media horita al parque. Pero ella me decía que no, con una firmeza y una frialdad increíbles. Si ella se hubiera movido ante la Junta o los jueces, a mí me habría dejado sacar al niño. Pero no lo hizo. En cambio, ella se lo llevaba a Sevilla o cualquier sitio'.

'Margarita estaba encelada, me llegó a romper las gafas un día', se queja Marian. 'El niño se me metía entre las piernas y me decía: 'Mami, aúpame'. Me decía mami y a mi compañero le decía papi porque oía a mi hijo Alberto [de 12 años] llamarnos así y se le pegaba. Entonces, cuando venía Margarita, para que ella no se pusiera celosa, yo los dejaba solos en una habitación'.

'Es increíble', relata una pariente de ambas hermanas. '¿Cómo permitió Marian que el niño le llamase mami? ¿No se daba cuenta del daño que podía hacerle eso a Margarita? ¿Y cómo lo permitió el compañero de Marian, que es psicólogo, que el niño le llamase a él papá? ¿Cómo no iba a encelarse Margarita?'.

Margarita Bernal declaraba, llorando, el pasado viernes: 'Necesito que me ingresen en algún sitio. Necesito ayuda. No tengo miedo a nada ni a nadie. Sólo a mi hermana y a su compañero. Prefiero que el niño esté en el centro antes que con ella'.

'Yo llegué a ir a un psicólogo cuando tomé la decisión de acoger a Diego en mi casa', apostilla Marian; 'quería que me enseñara a tratar a mi hermana. Me dijo que tendría que seguirle la corriente, pero llega un momento en que no se la puedes seguir. No me entra en la cabeza que una persona enferma como ella ande dando tumbos por la calle hablando en todos los medios y el niño ahora vaya a parar a un centro. Cuando podría ser al revés: Marga, en un centro de rehabilitación, y el niño, aquí en esta familia, donde tan a gusto estaba'.

Mientras tanto, Raquel Gómez y Carlos de Francisco, los padres preadoptivos, lloraban sin consuelo el pasado jueves al enterarse de que Diego había vuelto al orfanato.

Marga Bernal, la madre de Diego, después de discutir en repetidas ocasiones con su hermana, viajó más de cuatro horas en autobús, desde Salamanca hasta el municipio soriano de El Royo, para buscar la ayuda de los antiguos padres adoptivos. Fue el 27 de diciembre.

'Vino buscando ayuda', relata Carlos de Francisco. 'Le dijimos que no podíamos influir en nadie. Todo esto ya lo veíamos venir. Los estudios que tenía la Junta ya ponían de manifiesto la situación conflictiva entre la madre y la tía. No estamos hablando de un mueble. Es un niño. Hemos tenido a un niño 17 meses y como si no hubiéramos tenido nada. A ver si el crío tiene en esta vida un poco de suerte. Ya está bien que un niño de dos años tenga que pagar por los desaciertos de un juez. Que hagan los experimentos con sus propios hijos, no con los de otros'.

Carlos Fernández Carriedo, consejero de Sanidad de la Junta, recuerda que Margarita sufre un trastorno bipolar I, conocido como psicosis maniacodepresiva. Eso significa que sufre periodos de euforia y de depresión. La Junta no estima oportuno confiarle la educación del niño. Sin embargo, el consejero Fernández reconoce que el paradero actual del niño, el orfanato, es el peor de todos los posibles. 'En un centro de menores hay turnos. Y una madre no tiene turnos. Tenemos muy buenos profesionales en Los Charros. Pero ahora uno se encargará de darle el desayuno; otro, la merienda, y otro, la cena'.

La Junta recurrió la decisión ante el Tribunal Supremo y la perdió. Ahora ha recurrido ante el Constitucional y ha solicitado a los jueces que dictaron la inclusión de Diego en el centro que reconsideren la sentencia. Pero, en el caso de que se disponga que Diego no ha de estar necesariamente en el orfanato, ¿adónde irá?

Responde el consejero de Sanidad de la Junta: 'No lo hemos decidido aún. Pero vamos a anteponer siempre el interés del niño al de los padres'.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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